Marketing de contenidos en tiempos de cártel

Todos aquellos agentes de marketing que cedieron ante las oscuras pretensiones de las empresas de cártel, tal cual los personajes como Camilo Herrera Mora, presidente de Raddar Consumer Knowledge Group, tienen todo que ver con el lúgubre porvenir de la profesión como de aquellos que ganamos nuestro rédito en el segmento de los servicios. Y es que no es para menos, pues lejos estaba de imaginar Rosser Reeves, quien propusiera el “Unique Selling Proposition”, en qué se transformaría el entorno comercial como la vocería de las marcas.

No obstante, y porque el consumidor es piadoso, la profesión debe prevalecer; además, por el bien de las marcas como de las empresas. Eso sí, al margen de tanto mentecato que se las tira de influyente. En ese procurar, y ante semejante panorama, es que se me da, amalgamar la reputación corporativa y la promoción de marca en el marketing de contenidos.

Marketing, debería ser parte integral de la estrategia corporativa, en vez de, un mero instrumento para alcanzar los presupuestos de ventas. Marketing, debería concentrarse en perturbar el entorno competitivo, al incorporar un nuevo enfoque a su estrategia de contenidos. No en vano, compañías como Carulla, a la que el indignado Camilo Herrera Mora, pretendiera amparar con sus desatinados argumentos y ante el impávido consumidor, van quedando relegadas frente a lo más reciente y oportunista del canal minorista. Así mismo, las marcas tradicionales, están perdiendo terreno de mercado frente al contundente e innovador argumento de las marcas advenedizas.

Ha de saber usted, que no alcanzará el éxito, el desgastado guion de los agentes de marketing, no obstante, abultadas billeteras y saturados presupuestos de publicidad, destinados a garantizar la óptima exhibición en lineal.

Marketing, requiere con urgencia un nuevo “cuento”, pues en mí entender, son cuatro los aspectos que están transformando el panorama comercial. A saber, el incremento sustancial en la desconfianza del consumidor hacía las instituciones, genera dispersión de autoridad; la publicidad, considerando la impecable discusión mediática en la que está envuelta; el reventón al interior de los medios de corriente principal; y el atropellado andar de las innovaciones, no obstante, la incesante preocupación del consumidor respecto a la proporción de cambio.

Se me da entonces, que el presupuesto de marketing de contenidos, puede redistribuirse hacia la promoción “boca a boca” y el “contenido viral” (no necesariamente, con German Garmendia), tal cual, hacia las páginas Web, corporativas o de marca, los blogs y las redes sociales. La publicidad como las relaciones públicas, deben continuar empleándose como medios para garantizar la percepción de marca. Sin embargo, es prudente apoyarse cada vez más en los diálogos entre pares en las redes sociales, tal cual la tabla de precios en las tiendas D1, preparada y difundida por David Maya (la causa del ojo tuerto que hoy porta, el “self-righteous”, Camilo Herrera Mora), como el medio más probable para incentivar la compra.

En definitiva, aconsejable sí es, fundamentar la estrategia de marketing de contenidos en las buenas historias; así entonces, el agente de marketing debe transformarse en un buen comunicador y relacionista público, en un sagaz investigador de mercados y community manager, capaz de alcanzar nuevos estándares creativos como para impulsar novedosos movimientos de consumo.

Consúltenos con confianza que, Don Quijote no trabaja aquí.

Deja un comentario