La mayoría de las personas se preocupan cuando enfrentan una situación exigente en el trabajo, en la competición deportiva o en la cotidianidad. De acuerdo con datos provistos por la Clínica Cleveland, la persona promedio tiene 60,000 pensamientos por día. De ellos, el 95 por ciento de esos pensamientos se repiten cada día y, en promedio, el 80 por ciento de las ideas repetidas son negativas.
Los psicólogos llaman a esto ‘sesgo negativo’. Las personas altamente resilientes desafían este sesgo al elegir ‘la reflexión sobre la preocupación’ en momentos de exigencia. Este tipo de persona toma un momento para hacer una pausa, analizar la situación y reflexionar al respecto sin permitir que sus pensamientos afecten las emociones y los comportamientos.
Esta práctica permite que se active la ‘agilidad cognitiva’, que es la principal habilidad de la resiliencia. La agilidad cognitiva es el arte y la ciencia de conocer la mente para que pueda uno elegir si bajo presión o en situaciones exigentes ejerce en modo predeterminado o si, por el contrario, ajusta usted el modo para tomar mejores decisiones informadas. La próxima vez que usted se preocupes, procure abordar su razonamiento con profunda curiosidad y considere explicaciones alternas a su juicio inicial.
La gente altamente resiliente asume los problemas como un proceso de aprendizaje. Para ellos, ‘errar’ representa el ‘primer intento de aprendizaje’.
Adoptar el vocablo ‘errar’, le permite a uno salir de la zona de confort con mayor frecuencia porque incluso si se ‘yerra’, sabe uno que aprenderá de los errores, lo que en consecuencia le acercará cada vez más al resultado anhelado.
En ese orden de ideas, asumir los desafíos o las situaciones exigentes como una oportunidad para adquirir o dominar habilidades, es una forma de convertir en recurso el ‘error’ en vez de andar por ahí lamentando.