Veinticinco años de gestión matrimonial

Una vez hubo un joven brillante que buscaba un gerente eficaz. Quería trabajar para uno. Quería convertirse en uno. Su búsqueda lo había llevado durante muchos años a los rincones más lejanos del mundo. Había estado en pueblos pequeños y en las capitales de naciones poderosas. Había hablado con muchos gerentes: con administradores gubernamentales y oficiales militares, superintendentes de construcción y ejecutivos corporativos, rectores de universidades y capataces, supervisores de servicios públicos y directores de fundaciones, con los gerentes de tiendas y almacenes, de restaurantes, bancos y hoteles, con muchas mujeres, jóvenes y maduras. Había entrado en todo tipo de oficinas, grandes y pequeñas, lujosas y sencillas, con y sin ventanas. Estaba empezando a ver el espectro completo de cómo las personas gestionan a las personas. Pero no siempre estaba satisfecho con lo que veía.

Había visto a muchos gerentes ‘estrictos’ cuyas organizaciones parecían ganar mientras que su gente perdía. Algunos de sus superiores pensaban que eran buenos gerentes. Muchos de sus subordinados pensaban de otra manera. Mientras el hombre se sentaba en cada una de las oficinas de estas ‘personas estrictas’, preguntó: ‘¿Qué clase de gerente diría que es?’ Sus respuestas variaron solo ligeramente. ‘Soy un gerente autocrático, me mantengo al tanto de la situación’, le dijeron. ‘Un gerente de resultados’. ‘De olfato agudo’. ‘Realista’. ‘Con ánimo de lucro’. Escuchó el orgullo en sus voces y su interés en los resultados.

El hombre también conoció a muchos gerentes ‘amables’ cuya gente parecía ganar mientras que sus organizaciones perdían. Algunas de las personas que les informaron pensaron que eran gerentes espectaculares. Aquellos a quienes informaron tenían sus dudas. Mientras el hombre se sentaba y escuchaba a estas personas ‘amables’ responder la misma pregunta, escuchó: ‘Soy un gerente democrático’. ‘Participativo’. ‘Solidario’. ‘Considerado’. ‘Humanista’. Escuchó el orgullo en sus voces y su interés en la gente. Pero estaba perturbado.

Era como si la mayoría de los gerentes del mundo estuvieran interesados principalmente en los resultados o en las personas. Los gerentes interesados en los resultados del tema parecían ser etiquetados como ‘autocráticos’, mientras que los gerentes interesados en las personas a menudo eran etiquetados como ‘democráticos’. El joven pensaba que cada uno de estos gerentes, el autócrata ‘estricto’ y el demócrata ‘amable’, eran sólo parcialmente efectivos. ‘Es como ser medio gerente’, pensó. Regresó a casa cansado y desanimado. Podría haber abandonado su búsqueda hace mucho tiempo, pero tenía una gran ventaja. Sabía exactamente lo que estaba buscando. ‘Los gerentes efectivos’, pensó, ‘se administran a sí mismos y a las personas con las que trabajan para que tanto la organización como las personas se beneficien de su presencia’.

Es precisamente para aquella gerencia efectiva que, va todo mi reconocimiento, cariño, aprecio y gratitud por haberse comprometido y seguir firmes hoy, ya hace veinticinco años, con este emprendimiento matrimonial que tiene por actividad económica al ‘Téllez Chacón’. Feliz aniversario, esposa; feliz aniversario, Carolina Chacón Vargas.

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