Evolucionar la Constitución del 91 a prueba de pelotudos

Usted, así como yo, también puede prestar mayor atención a su conducta antes de salir corriendo a depositar su próximo sufragio por el candidato del “partido político” que acostumbra o por su parecer plebiscitario, aun cuando, sabemos lo difícil que es re-cablear los hábitos una vez arraigados en nuestra rutina cotidiana, así como es evidente un requisito mayor que la “fuerza de voluntad” para lograrlo.

El líder que usted pretende elegir, debe personificar las cualidades que se anhelan y requieren en su comunidad o grupo ocupacional.

Recuerde que entre los líderes hay gran diversidad de carácter y personalidad, particularmente, la víspera de elecciones parlamentarias, aunque en general, todos tienden a ser entusiastas, enérgicos, calmados en crisis, cálidos y estrictos, pero justos, por mencionar tan sólo algunas de las cualidades deseables del liderazgo.

Relevante también, tener presente que aun cuando el conocimiento —técnico y profesional— es una fibra importante de la autoridad, no lo es todo. La autoridad, mana de aquel que sabe.

Procure la próxima ocasión electoral, elegir aquel candidato o parecer plebiscitario que parezca saber lo que dice o aparezca como lo más razonable. Cierto, no es una elección sencilla, pero igual el señor “Blanco” (el candidato, cuando así aplique), es una opción viable para aquellos inconformes con la representación criolla de liderazgo parlamentario.

Oportuno también mencionar, que existe un enfoque de liderazgo fundamentado en un análisis de las necesidades presentes tanto en las comunidades como en los grupos de trabajo: cumplir la tarea, mantener la cohesión entre los miembros, tal cual en la comunidad como si fuera una unidad de trabajo y, en últimas, atender las necesidades individuales de las personas.

Las necesidades individuales nos ayudan a comprender cómo las personas se motivan en gran medida por sí mismas. En ese orden de ideas, ha de ser la razón del liderazgo, cultivar a favor de ese proceso natural y no en contra del mismo, ni a favor de las necesidades puntuales del líder.

Y, como última consideración previo deposito del trascendental sufragio, acuérdese que “el liderazgo es acción, no posición”. O al menos, así lo aprendí yo de la mano de John Adair.

¿Entonces, será que ajusta usted consumo sentido su intención de voto, o insistirá en apostar por la retórica de liderazgo de los de siempre en la próxima elección?

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