La sensatez como base para la resiliencia

Algunas personas al parecer se reponen sencillamente de cualquier tipo de adversidad que atraviesa su paso existencial. Es así cómo e independiente de si se trata de alguna enfermedad, pérdida o tragedia, que la gente asume la compleja labor de recomponerse, desempolvarse y seguir adelante a pesar de que parezca todo un imposible.

Aunque no pretendo posar de superhéroe, ni alardear sobre mis momentos más oscuros o la forma en que los superé, al asunto, uno no le bota mucha corriente en realidad, hasta que no se ve uno de nariz con alguna indeseable situación.

En mi caso, por ejemplo, la perdida de padre y madre con intervalo de un año, o haber estropeado la que pudo ser una interesante trayectoria profesional en la industria farmacéutica, por el mero hecho, de quedar a merced de la transición jerárquica con la salida de mis jefes en Abbott y Pfizer, o por haber sido descubierto en una entrevista laboral en Schering-Plough cuando desempeñaba la gerencia de mercadeo en Laboratorios Biogen de Colombia.

En fin, el quid del asunto es que sí es factible desarrollar la resiliencia como para facultarse uno a rebotar de cualquier situación adversa que se le presente por ahí.

El diccionario de la RAE define resiliencia— 1. f. Capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o situación adversos.

Y, existe por ahí hay una serie de áreas que cuentan con soporte científico, o por mera experiencia de cada uno de nosotros, que puede uno abordar para ayudarse a ser bastante más resiliente. En mi caso, puedo compartir uno que otro, pero en esta entrega, les narro cómo la sensatez emocional me ha hecho toda una persona resiliente.

De porrazo en porrazo, he logrado entender que, la habilidad para hacerse y mantenerse uno siempre resiliente depende de la ‘inteligencia emocional’. O como quien dice, la habilidad de la que disponemos para comprender nuestro humor como los estados de emoción por los que atravesamos, así como para percibir el humor y los estados de emoción de los demás, y emplear dicho entendimiento para orientar nuestro comportamiento.

La sensatez emocional determina cómo interactuamos con los demás, gestionamos nuestras relaciones, nos mantenemos motivados, tomamos nuestras decisiones, administramos nuestras emociones, influimos en los demás, al igual que otras tantas.

Mi sugerencia para gestionar el estrés de forma efectiva es examinar la forma en que reacciona usted cuando está bajo presión.

¿Qué tanto le afecta física, psicológica y emocionalmente las situaciones estresantes? Familiarícese con dichos sentimientos y asúmalos como aquellos indicadores que debe usted gestionar en situaciones de estrés, y puesto que son las emociones impetuosas, las que probablemente terminan dictando su comportamiento.

Así mismo, procure comprender qué desmadra sus estados de estrés. Para ello, puede usted reflexionar al respecto relacionando sus emociones en aquellas situaciones en las que:

  • Se me salta la piedra: …
  • Me incomodan los colegas: …
  • Me ofende el proceder de la gente: …
  • Me injurian: …
  • Me topo con la patanería, la bravuconería o la vulgaridad: …
  • No alcanzo a realizar mis metas: …
  • La competencia está al máximo: …
  • O, alguna otra situación que a usted lo estrese: …

Ejercitar los mecanismos internos de imitación tales como la reconsideración, el humor, y el optimismo, así como la interacción social significativa de cara a los elementos estresantes cotidianos, pueden ayudarle a asumir y gestionar eventos adversos mucho más trascendentales que los anteriormente descritos.

Y, por si acaso le jala al inglés y es usted como yo, padre y coach de un futbolista adolescente, quizás le interese profundizar más al respecto consultando este estudio publicado en el Journal Stress &Health.

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