La determinación del accionar comercial se transforma en soberbia cuando el mercado no acepta su narrativa. Cuando el agente de marketing se presenta en el mercado con alguna cosa grandiosa, generosa, bien implementada, y novedosa, ciertas personas han de sospechar. ¿”Acaso eso es todo lo que tiene”? El escéptico pues, siempre cuestionará si tiene usted con que respaldar su afirmación.

Relegue de una vez por todas al escéptico porque no podrá usted convencerlo. Es más, si se esfuerza en exceso en su persuasión, terminará usted acicalando su determinación con exceso de afirmaciones que solo servirán para que le perciban como soberbio.

En ciertas ocasiones, el mensaje comercial resalta espléndidamente la determinación al lograr impactar magistralmente a la audiencia sin siquiera requerir de una sola afirmación pegajosa y describiendo así un producto que, algunos hasta creerán habrá de cambiar sus vidas.

A cambio, otros tantos mensajes comerciales se perciben como meramente soberbios. Sin mayor argumento que les sustente, el consumidor escéptico dirá, “no me interesa esta transformación, no es real”, y todo porque buena parte del mercado ni siquiera está interesada en la transformación, puesto que con ésta viene el riesgo y el riesgo a su vez conlleva temor. Conceda la oportunidad de evitar la trasformación y la gente la tomará.

El mercado requiere de la arrogancia que merecen las expectativas más elevadas, ya que es lo único que seduce a cierto tipo de gente como para que adopte la transformación. No obstante así, el proveedor (ese es el agente de marketing) debe narrar una historia real, coherente y resonante que impacte a las personas indicadas en la forma correcta.