La diversidad, así como la riqueza cultural de un individuo es todo un microcosmo. Las oportunidades de perspectiva única y el sin fin de ideales son interminables. El pensamiento insolente y las aproximaciones novedosas completan el perfil. Dicho así, son lamentables las barreras que acechan desde las sombras de la sala de juntas mientras que al unísono adoptamos el espíritu innovador y creativo. Me refiero, ni más ni menos que a las frases de prudencia y a las miopías de unas cuantas mentes estrechas que, en últimas acaban por liquidar la innovación. Seguramente, usted en su trayectoria profesional habrá escuchado una que otra de dichas advertencias:
Eso no es lo que somos— la idea no parece encajar con la cultura corporativa, los objetivos ni las metas del negocio. ¿Por qué será que es tan difícil para algunos dejar evolucionar el negocio?
“Fabio Rodríguez, María Victoria Arango o Guillermo Azuero, no lo aprobaron”— peor que la muerte súbita, es el deceso por aprobación. Algunos corolarios ilustrativos al respecto incluyen: “Fabio no fue quien concibió la avanzada noción y se hizo el de la vista gorda”; “María Victoria parece siempre ocupada”; “Guillermo siempre delega su opinión en los demás”. Y por lo demás, si las personas indicadas no son las que toman asiento en la sala de juntas, quizás este no es el mejor ambiente para la innovación.
No se desgaste en eso— toda actividad tiene un costo de oportunidad. Cuantificarlo es cuestión crítica, aunque también es real que ciertas ideas solo germinan exitosa y óptimamente en el entorno indicado que lo permita.
Es demasiado riesgoso— la sabiduría convencional dicta que aquel “que no arriesga un huevo no saca un pollo”. ¿Por qué será entonces que las altas jerarquías tienden a nublarse en el momento menos indicado? “Bueno, además de ser porque son las altas jerarquías”. Tal cual el costo de oportunidad, el riesgo puede cuantificarse. Se me antoja que la mayoría de las compañías conservan un desempeño promedio debido a su operación conservadora como por su análisis de riesgo que por lo general, va en contra vía de la innovación.
Asuntos regulatorios no lo permitirá— Por lo general, estos manes pareciera que trabajaran para la competencia tal cual innovar no está en su manual de procedimientos.
Sin duda y como alguna vez habrá experimentado usted, por cada idea sobresaliente, surgen cientos de ellas no tan notables. El reto entonces para las organizaciones es, no descartar los ideales novedosos junto con aquellos de estirpe tradicional.
Y por lo cual es oportuno disponer de una que otra innovación para la sesión de “lluvia de ideas” del próximo comité de marketing.
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