Estará lejos de ser ideal, pero es el que tenemos y, apunta de protesta y arenga, poco o nada logrará aquella enardecida facción de la población civil que insiste en permanecer en las calles. A menudo empleamos los vocablos ‘reconocimiento’ y ‘apreciación’ indistintamente, aunque hay una gran diferencia entre las dos.
El primero tiene que ver con dar retroalimentación positiva basada en resultados o desempeño. El segundo se ocupa de reconocer el valor inherente de una persona. Si la población civil se concentra únicamente en el reconocimiento o elogia los resultados positivos, se pierden oportunidades para conectarse y apoyar a los miembros de su equipo o de gobierno.
En mi experiencia, he aquí algunas formas sencillas de mostrar aprecio por el Estado de derecho:
En primer lugar, escuchar— es una de las mejores formas de proceder con aquellas personas con las que trabajamos, como con los políticos que nos gobiernan, así que deje de lado su teléfono, filtre y depure sus fuentes de información en redes sociales, o aléjese de una vez por todas de su dispositivo digital, y predisponga realmente la escucha. Que el bullicio no lo distraiga.
Adicionalmente, cuéntale a la gente lo que valora de ellos— procure implementar esto de manera proactiva, y no porque alguien haya hecho algo grandioso o porque usted requiera de ellos algún asunto en particular; es una concesión increíblemente poderosa. Es más, puede incidir positivamente en la forma cómo se perciben acerca de sí mismos sus colegas, o cualquier miembro de gobierno; su relación con ellos y la cultura civil o la del equipo.
Por último, consulte con la gente— preguntándoles cómo se sienten, demuestre así lo mucho que le interesa la gente, lo que esta significa para usted, y cuanto la aprecia.
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