Útil distinguir cotidianidad de progreso en las relaciones públicas

Entiende uno claro está que, es bien difícil percibir la totalidad del bosque cuando en la cotidianidad las ramas le abofetean la cara. No obstante, debe procurar usted un enfoque de planeamiento y procesamiento diferente, si de veras espera suministrar más que un servicio y a cambio también, proveer lo que el cliente requiere para impactar positivamente con su comunicación a los líderes de opinión tal cual a la audiencia objetivo. El tema no solo es de pensamiento estratégico sino de saber también cómo organizarlo. Es así que con excesiva frecuencia, se percibe cómo los relacionistas públicos se dejan arrasar por la búsqueda de “esa gran concepción”, olvidando por lo demás, los verdaderos retos que el cliente requiere abordar.

Es cierto que las grandes ideas atraen clientes nuevos, pero no en vano puede olvidarse lo crítico que es el proceso. Deberían al menos las empresas más avezadas en la materia, comprender el beneficio que predispone un proceso sencillo, lineal, y coherente. Un proceso de estas características, les ayudaría a determinar cuáles son los programas que realmente deben avanzarse tal cual les suministraría un “gap analysis” de cuanto asunto requiere reflexión.

Es oportuno que usted como relacionista público, evalué trimestralmente cada uno de los proyectos, anuncios, iniciativas y demás propuestas, por cada uno de los departamentos implicados. Pertinente sería que, los calificara basándose en la capacidad del proyecto para impulsar los pilares centrales del mensaje a los principales beneficiarios. Entre más mensajes puedan impulsar a una audiencia mayor, mucho más impactante ha de ser el proyecto. De esta forma y entre más alta sea la calificación de impacto de los proyectos, mayores han de ser los recursos como el rigor que debe asignarles.

El quid es que hay que saber por igual, “qué hacer y qué no”.

Téngalo usted por seguro que siempre le han de evaluar por la creatividad, el pensamiento estratégico como por su habilidad para idear “grandes concepciones”, aun cuando, no le sobrara un proceso que le ayude a discernir entre la “cotidianidad” y el “progreso”.