Se le ocurrió alguna idea brillante, diga usted, por ejemplo; un ajuste de producto que ahorrará dinero a su empresa; un cambio de proceso para aumentar la productividad de su equipo o un plan para evitar una crisis comercial inminente. Entonces, hágale pues, que no viene carro. ¿Ah? Que, no sabe cómo abordar al patrón. Fresco. Venga le cuento cómo le hace para obtener una mejor receptividad. A saber: Pregúntese, ante todo, ¿cómo su sugerencia hará sentir a su jefe? Es factible que escuchar de usted una gran idea lo haga sentir amenazado o inseguro, por eso, predisponga la conversación para la consecución, al dejar por sentado los fundamentos de la confianza y la buena voluntad. Este es un elemento que debe usted echa andar mucho antes de exponer su propuesta, naturalmente. Puede ofrecer a su jefe comentarios favorables o expresar su gratitud (la popular zalamería), siempre que los sentimientos sean genuinos. Algo tan sencillo como, ‘realmente disfruté su presentación’ o ‘gracias por su apoyo en la reunión de hoy’, puede resultar bastante útil. De ese modo, y cuando le exponga su idea, acérquese al patrón en privado en lugar de hacerlo en público. Esto le dará espacio para responder sinceramente los interrogantes sin percibir la presión del juicio de los demás. El propósito de la vuelta, es enmarcar sus sugerencias de una manera que se entrelacen con los objetivos del área de negocio o la empresa. Para el efecto, puede usted hacer referencia a las comunicaciones previas de su jefe, diga usted, por ejemplo; ‘usted ya había mencionado su enfoque en el diseño intuitivo; esta es mi sugerencia para facilitar la utilización del producto en cuestión’. Por último, asegúrese de tener a la mano un plan de implementación; su jefe no le dará el visto bueno a un plan de acción, por magnifico que este sea, si usted no le puede demostrar que lo puede ejecutar.
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