O como quien dice, la mayor parte de la gestión profesional que realizamos en nuestra cotidianidad lo hacemos amparados en dicho régimen de pensamiento. Al respecto, quizás recuerde usted de la entrada anterior, para evitar caer en el error de la práctica preconcebido y convencional, que hace parte de la serie, Evite los errores de marketing imperceptibles en su gestión de negocio, que, para evitar los errores imperceptibles, debe uno abordar la profesión y la práctica tanto desde el “régimen de pensamiento intuitivo e instintivo”, como desde el “régimen de pensamiento racional”.
Así pues, es sólo cuando en la práctica de marketing (o en la de cualquier otra profesión) se nos presenta un reto real que, el “régimen de pensamiento racional” entra en acción. En ese orden de ideas, dicho régimen permanecerá activo mientras dure la gestión y, una vez concluido el quehacer, se reinicia de nuevo por defecto al “régimen de pensamiento intuitivo e instintivo”.
El “régimen de pensamiento intuitivo e instintivo”, es la razón por la cual, diga usted, por ejemplo; los mercadólogos, atendemos a los clientes y prospectos como si fueran objetos.
Así mismo, hace parte de la explicación por la cual y de manera inconsciente, anteponemos nuestra empresa o negocio a los intereses de los clientes y prospectos que, entre otros, corrobora la percepción negativa que el consumidor tiene de la gestión comercial (marketing y ventas).
Al respecto, puede o no el mercadólogo, elegir la forma en que percibe a los clientes y prospectos: como “ciudadanos” o como objetos.
Si usted reflexiona el asunto, determinará que un objeto es un instrumento que sirve nuestros propósitos. En contraposición, una “ciudadano” es alguien a quien servimos.
La ciudadanía es supremamente entendida, razón por la cual una pareja puede continuar sorprendiéndose y deleitándose mutuamente, incluso, después de 25 años de matrimonio. Así mismo, es el motivo por el cual alguien puede ejercer su trayectoria profesional en una sola empresa por más de 27 años y seguir disfrutando aun de lo que hace todos los días.
Por esas mismas líneas, el panorama de la mencionada noción parece cobrar sentido al reflexionar sobre la definición de marketing del mexicano Sergio Zyman, mejor conocido, por el fallido lanzamiento de la “Nueva Coca-Cola” y por predecir “el fin del marketing como lo conocemos”. A saber:
“El propósito del marketing es vender más cosas, a más personas, con mayor frecuencia, por más dinero, de manera más eficiente” o, algo así por el estilo, inmediatamente, se ubica uno en el plano del “régimen de pensamiento intuitivo e instintivo”.
Mientras termina de reflexionar o digerir el asunto y, si usted también pretende ubicarse en el plano del “régimen de pensamiento racional”, debe entonces, adoptar una definición de marketing más acertada, como, por ejemplo; la del maestro Peter Drucker. A saber:
“El propósito del marketing es conocer y entender al consumidor de tal manera que, el producto o servicio encaje al detalle con él, y se venda por sí sólo”.
Es decir que, para implementar una definición de marketing (cualquiera que sea la que lo rija en su profesión), debe usted empezar por conocer y entender al consumidor en detalle, tal cual lo sugiere el maestro Peter Drucker en su definición de marketing.
Para el efecto, y retomando la analogía del huevo, es como tomarse el tiempo necesario para conocer y entender la estructura de su cáscara.
Ampare su práctica de marketing en el régimen de pensamiento racional »