Dado que nuestras comunidades parecen estar cada vez más divididas que nunca y, ya que estamos operando y liderando en un entorno dividido, me di a la tarea de averiguar cómo se percibe a los defensores estigmatizados versus los no estigmatizados, así como las implicaciones para la persuasión. Las divisiones que enfrentamos ya existían antes, pero se han intensificado como consecuencia de tres fracciones principales. La discordia y el desacuerdo siguen entre nosotros. Nuestra sociedad fracturada tardará años en sanar. Qué tan rápido lo haga dependerá en buena medida del papel que desempeñe el liderazgo comunitario.
Como lo mencioné, nos enfrentamos a tres divisiones principales que afectan a toda la sociedad.
La primera es una división por polarización. En instancias de amenaza extrema, podríamos esperar que la gente se uniera, pero algunas personas intentan politizar decisiones fundamentales de política de salud pública (v.g. la reforma de la salud del compañero presidente Gustavo Petro), destruir el sistema de salud actual so pretexto de “garantizar el derecho fundamental a la salud a través de un sistema único, público, universal, preventivo y predictivo, participativo, descentralizado e intercultural, que no dependa de la capacidad de pago, la rentabilidad económica ni de la intermediación administrativa y financiera”.
Las complejas decisiones políticas destinadas a proteger a las personas se replantearon en términos binarios simplistas: “¿En cuál bando sirve usted?” Vemos que sucede lo mismo con muchos otros temas, incluido el cambio climático, otra amenaza existencial que se ha convertido en una fuente de preocupación y división que, en lugar de ser motivo de unión.
La segunda dimensión de la división es la marginación. Históricamente, hemos visto poblaciones marginadas debido a múltiples factores tales como género, color de piel, religión, país de origen, identidad sexual, etc.
La tercera división se relaciona con el sentido de pertenencia y su ausencia. Gran parte de lo que la gente busca en la vida es encontrar pertenencia, conectarse e identificarse con los demás. Las personas que valoramos en nuestras vidas son una fuente de consuelo en los momentos difíciles y, de alegría y celebración en los buenos tiempos. La pertenencia es fundamental para la naturaleza humana, pero el aislamiento nos desconecta de nuestras redes de apoyo. Sola y temerosa, la gente empieza a pensar: “Me han amenazado, me han dañado, me han desconectado”; aquí, el énfasis está en “yo”, en lugar de en “nosotros”.
Esta división es bastante problemática, porque las investigaciones sugieren que cuando estamos desconectados de otras personas, es menos lo que confiamos, valoramos y las respetamos. La consecuencia directa del aislamiento son las divisiones que podríamos haber comenzado a sanar mediante una simple conexión humana, pero que, por el contrario, las estamos empeorando e intensificando.
Dichas divisiones tienen ciertas implicaciones sobre cómo trabajamos todos en conjunto y sobre aquello que los líderes están tratando de lograr en sus organizaciones. En ese orden de ideas, la experiencia del manipulador juega un papel divisorio fundamental.
De un artículo que encontré en el Journal of Experimental Social Psychology, extraje los siguientes hallazgos sobre cómo el liderazgo percibe a los defensores estigmatizados versus no estigmatizados y las consecuencias para la persuasión. Para el efecto, comparto aquí algunas compensaciones y resultados asociadas con cada una. A saber:
Defensores estigmatizados (Compensaciones)
Desafío de credibilidad— Los defensores estigmatizados pueden enfrentar desafíos de credibilidad debido a sesgos y prejuicios sociales. Las personas pueden cuestionar sus motivos, experiencia o confiabilidad.
Empatía y conexión— En el lado positivo, un defensor estigmatizado puede ser visto como más empático e identificable, particularmente, si ha experimentado personalmente el problema en cuestión. Esto puede mejorar su capacidad para conectarse con los demás a nivel emocional.
Superar los estereotipos— Los defensores estigmatizados tienen la oportunidad de desafiar los estereotipos y derribar conceptos erróneos asociados con el grupo estigmatizado. Sin embargo, esto también puede ser un proceso desafiante y emocionalmente agotador.
Defensores estigmatizados (Consecuencias)
Resistencia y prejuicio— Algunas personas pueden resistirse a los mensajes de defensores estigmatizados debido a prejuicios arraigados. Superar estos sesgos puede ser una barrera importante para la persuasión.
Empoderamiento del grupo estigmatizado— La persuasión exitosa por parte de un defensor estigmatizado puede conducir al empoderamiento del grupo estigmatizado, ya que demuestra que los individuos de ese grupo pueden ser defensores y líderes eficaces.
Defensores no estigmatizados (Compensaciones)
Ventaja de credibilidad— Algunos pueden inicialmente percibir a los defensores no estigmatizados como más creíbles y objetivos, ya que pueden no estar sujetos a los mismos estereotipos o prejuicios que las personas estigmatizadas.
Posible falta de empatía— Los defensores no estigmatizados pueden tener dificultades para transmitir el mismo nivel de empatía y conexión personal con el tema, ya que es posible que no tengan una experiencia personal directa.
Defensores no estigmatizados (Consecuencias)
Comprensión limitada— Los defensores no estigmatizados pueden enfrentar desafíos para comprender verdaderamente las experiencias vividas por el grupo estigmatizado. Esto podría dar lugar a mensajes que carecen de profundidad y resonancia.
Posible desconexión— Puede haber una percepción de desconexión entre el defensor no estigmatizado y el tema, lo que lleva a algunos a cuestionar su autenticidad o compromiso con la causa.
Estrategias para una persuasión eficaz
Creación de coaliciones— La combinación de esfuerzos de defensores estigmatizados y no estigmatizados puede crear una coalición poderosa. Esto aborda las posibles debilidades de ambos lados y presenta un frente más integral y unido.
Narrativa— Ambos tipos de defensores pueden beneficiarse de una narración eficaz. Los defensores estigmatizados pueden compartir narrativas personales para evocar empatía, mientras que los defensores no estigmatizados pueden utilizar historias para ilustrar las implicaciones sociales más amplias del problema.
Educación y concientización— Los defensores no estigmatizados pueden contribuir creando consciencia sobre el impacto de los estereotipos y el estigma, fomentando una audiencia más informada y empática.
En últimas, la eficacia de la promoción depende de la capacidad de sortear estas compensaciones y aprovechar las fortalezas únicas de cada defensor de una manera que resuene entre el público objetivo.