¿Por qué será que para algunos los propósitos o metas que proyectan no se les cumple? Sencillo. Porque a menudo no se conceden al principio de la gesta la oportunidad de equivocarse. Algunos, fallan unas cuantas veces y luego deciden darse por vencidos. Al respecto, es apenas normal percibirse torpes al adoptar nuevos hábitos. Para el efecto, la clave cuando se asume algo novedoso es sentirse más cómodo y acomodarse al fracaso. El asunto no es cuestión de cohetería avanzada, sencillamente; se empieza por inmunizarse contra las grandes decepciones comprobando situaciones que le concedan la oportunidad de fallar sin mayores consecuencias. Diga usted, por ejemplo; si su objetivo, así como el mío, es escribir todos los días, comience por empeñarse con un solo párrafo todas las mañanas. Si no le gusta lo que redactó, pues no hay inconveniente. Es solo un párrafo. Mañana redactará otro. Acto seguido, dé a conocer su objetivo a los demás antes de que la incertidumbre se apodere de usted y se amilane. Dicho nivel de responsabilidad lo ayudará a cumplir su objetivo, independiente, de qué tan mal redacte usted por primera vez dicho párrafo. En últimas, conserve un registro de su empeño. Con el tiempo notará lo mucho que avanza. En lugar de centrarse en las fallas insignificantes e inevitables, puede usted apreciar su progreso en general.