Solían decir los colegas cuando se enteraban del viaje a Caracas de algún compañero, y por lo que era casi obligatorio recorrer el “Duty Free” del aeropuerto de Maiquetía en busca de los dichosos Cocosettes, so pena de ser desconversado en la oficina devuelta en Colombia.
Finalmente el martirio por los Cocosettes Venezolanos concluyó con la introducción al mercado Colombiano de la sabrosa galleta rellena de crema de coco, que quizás el equipo de marketing gestó inspirado por las ventas callejeras del producto de contrabando en los semáforos capitalinos.
Esa es al menos la sensación que deja el comercial Reality Bocas, con el que me tope recién hace un par de noches mientras miraba las noticias independientes, —26 segundos de insensatez conjugada para las marcas Milo y Cocosette—. ¿Una estrategia de comunicación preconcebida por la agencia de publicidad en complicidad con el equipo de marketing de Nestlé Colombia? ¡No lo sé! Pero lo que si advierto es, que su argumento para nada motiva al consumidor, ni mucho menos, aporta al posicionamiento de marca.
Juzgarán ustedes si los adolescentes y las madres aceptan el incentivo propuesto en el razonamiento de los tres matachines “reguetoneros” o por el contrario, quedarán boquiabiertas con el perplejo mensaje. Es más, algunos irán más lejos y cuestionarán ¿Acaso no hay más que decir sobre Cocosette?
¡Claro que sí! —dirían todos aquellos que en alguna ocasión trajeron desde Caracas las codiciadas galletas—, mas por su descripción: “Nueva galleta wafer maxi en sabor, maxi en calidad y maxi en originalidad”, como por lo que hasta ahora hemos visto de su comunicación, y de la cual por cierto, no logro comprender por qué incluye el logo destinado para la línea de chocolates, es obligatorio controvertir.
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