Por lo pronto el marketing tradicional y la existencia sin teléfono inteligente

Cada tanto advierten los especialistas a través de sus pronósticos, cómo el surgimiento de una nueva generación re-estructurará el panorama de consumo como de negocio. Tan es así, que por esta época el llamado de atención como las recomendaciones de transformación para el negocio y lo personal, corre por cuenta de la eclosión de la Generación C: conectados, comunicándose, contenido-centrados, computarizados, comunidad-orientados y, siempre haciendo “click”.

Una generación que alcanzará su madurez en el transcurso de la próxima década, constituyéndose por sí solos, en el conjunto de consumidores más grande del mundo. Conformada por aquellos que nacieron después de 1990 y que vivirán sus años de adolescencia después del 2000, sus integrantes son típicamente realista y materialista. Son culturalmente liberales, aunque no necesariamente políticamente progresivos. Son incrementalmente móviles, no obstante, vivirán con sus padres por más tiempo de lo que anteriores generaciones lo hicieron. Mucha de su interacción social transcurre en la Internet, donde se sienten libres para expresar sus opiniones y actitudes. Han crecido bajo la influencia de Harry Potter y del iDe todo —iPods, iTunes, iPhones—. Tienen la tecnología tan arraigada en sus vidas, que el concepto “primeros en adoptar”, acuñado en la era del baby boom, es esencialmente insignificante.

Es la primera generación que, jamás conocerá realidad alguna distinta a la definida y habilitada por la Internet, los dispositivos móviles y las redes sociales. A lo largo de sus vidas han disfrutado de varios aparatos manuales, razón por la cual están íntimamente familiarizados con cada artilugio, que por lo demás, emplean a diario por más de seis horas. Todos tienen teléfonos móviles, pero prefieren enviar mensajes de texto en vez de conversar con las personas. La mayoría de ellos tiene computadora. Publican información en Facebook, ven videos en YouTube, y más de la mitad utiliza la mensajería instantánea para comunicarse. Su familiaridad con la tecnología, su dependencia de las comunicaciones móviles y, su deseo por mantener la comunicación con grandes redes de parientes, amigos, contactos de negocio y personas con las que comparten intereses, transformará la forma en que trabajamos y consumimos.

Sin duda en mi a ver y entender, un horizonte de tendencias lúgubres para la forma de interactuar socialmente en la próxima década. No obstante así, es incuestionable el aporte de la tecnología a las alternativas de comunicación de las que dispondremos para el 2020 y, que sin duda, influenciarán la manera cómo las redes sociales cada vez más con mayor influencia, determinarán los patrones de consumo y el marketing viral, así como las reseñas válidas de coetáneos serán esenciales para e éxito comercial, y que a su vez terminarán por erosionar el valor del marketing tradicional, el punto de venta y el concepto de valor de marca en sí.

Cambios en el modo de trabajar y consumir, los que traerán consigo los individuos de la Gen C. Transformaciones que desde ya, se hacen parcialmente evidentes y para las cuales dirán algunos, es prudente estar preparados porque su impacto será comparable con el de la Revolución Industrial, salvo que su advenimiento acontecerá con mayor rapidez.

Por lo pronto, y porque la existencia es más amable sin dispositivo digital primario o teléfono inteligente (aún cuando, las mejoras en el Windows Phone 7 son fenomenales y agilizan considerablemente su manipulación respecto de los demás equipos del mercado), sugiero a mi hijo, postergar al menos por una década su interacción social virtual, así como recomiendo a los agentes de marketing, mucha prudencia con sus estrategias de social media marketing contemporáneo, que se aferren a los canales tradicionales y que consoliden cuanto antes el valor de la marca.