De nuestro más reciente sondeo independiente sobre nivel de confianza en la industria farmacéutica, en una economía tecnológica y de colaboración digital, es que inferimos que ya no es suficiente para el paciente confiar en una determinada casa farmacéutica, independiente de si es afiliada a AFIDRO o ASINFAR —no, ahora el paciente examina toda la red de intermediación del laboratorio, incluidos los médicos—.
- ¿O acaso con cartel de pañales para qué la oferta comercial singular?
- ¿O acaso se sentirá usted más seguro durmiendo en el hogar de un extraño?
- ¿O acaso el “conductor elegido” para llegar a su destino en automóvil compartido le llevará sin un solo rasguño?
- ¿O acaso se siente cómodo usted cuando un extraño organiza sus objetos de valor en su ausencia?
Como es de esperarse, la respuesta es “no” la mayoría de las veces, aun cuando, es asombroso percibir cómo aumentan cada vez más las compañías de economía compartida, fundamentas principalmente en la confianza que la gente les otorga. Razón por la cual, es de esperarse que la susodicha tendencia continúe su trayectoria ascendente y, a pesar de la forma acelerada en la que también aumenta la desconfianza tal cual el escepticismo de las personas en las instituciones de toda índole. Sin embargo, reconocemos que el ritmo acelerado de nuevas tecnologías, servicios y aplicaciones habrá de apoyar a las mencionadas economías, al igual que servirá de catalizador para la desconfianza y el escepticismo del consumidor.
Ahora, las preguntas del millón son ¿cómo escalar la confianza del paciente en la medida en que crece un laboratorio farmacéutico tal cual su comunidad de pacientes? ¿Cómo desarrollar una cultura que inspire confianza y que al mismo tiempo motive el pensamiento por fuera del recuadro? ¿Qué ha de pasar si algo sale mal? ¿Y cómo crear valor al migrar de la mitigación de riesgo hacía la optimización de la confianza? Ciertamente, no a través de las relaciones públicas en la era del cartel de los pañales ni con la autenticidad de Tecnoquímicas, como tampoco con la convención de LaFrancol.
Estos son tan solo unos cuantos de los interrogantes que abordamos hace un par de semanas, en un panel independiente para los segmentos asistencia médica e industria farmacéutica.
Hacía el final de las sesiones, fueron más los interrogantes despertados que las respuestas, no obstante, también surgieron unas cuantas confirmaciones:
- La confianza es un elemento esencial para el crecimiento sostenible.
- La diversidad de pensamiento como de perspectiva son fundamentales para desarrollar la confianza entre la comunidad.
- La esencia y los requerimientos para la confianza varían considerablemente con el contexto, grupo objetivo y actividad pertinente.
- Desarrollar la confianza no es un ejercicio de compatibilidad ni de “buena vibra”, pero sí más bien una práctica que involucra una visión externa tal cual un reto respetuoso.
- La confianza es fundamental para la reputación corporativa central, y ésta puede medirse.
- Ciertos fundamentos básicos para desarrollar y consolidar la confianza ya han sido previamente bien definidos y por ende, las compañías deberían adoptarlos.
Y así fue como al final de cuentas, comprendimos que cuando se trata de florecer la economía compartida, tal cual las transacciones persona a persona, el asunto de la confianza recién da inicio.