A propósito del cambio de nombre de Bryan Álvarez, ganador del programa de imitación ‘Yo me llamo’, de los programas de concurso de la televisión colombiana, y de las ofertas en la mayoría de los segmentos de mercado de nuestro entorno que, al parecer cada vez más semejan ‘commodities’ y que el consumidor percibe como de poca diferenciación y valor.
Es con frecuencia que el proceso de transformación de identidad de una marca se da como consecuencia lógica de la evolución del segmento, no obstante que ésta se suscita primordialmente como respuesta a las influencias externas (alarmas tales como fusiones, adquisiciones, desarrollos de producto, o las amenazas de la competencia), y rara vez como iniciativa concebida de juiciosa reflexión (innovación). O como quien dice, nos adaptamos imitando a los demás.
Expuesto en dichos términos es comprensible pretender los ajustes correspondientes cuando así lo amerite el segmento, tal cual es apenas obvio asumir que puede uno reproducir el éxito copiando los atributos, las características o la idoneidad de aquello que ha sido funcional para otros.
Está descrito por los sociólogos, que buena parte de la evolución humana se fundamentada en emular a los demás como que desde tiempos inmemorables, ésta ha sido una de las principales estrategias de aprendizaje y adaptación de nuestra especie, entre otros porque, copiar es sencillo e implica menor riesgo que generar mayor valor. Los humanos por naturaleza buscamos siempre la certidumbre de lo familiar, descartando de tajo la incertidumbre de lo desconocido.
Es así como se entiende entonces, el por qué los agentes de marketing reproducen de lo que antecede o de lo que influye en el estado actual de las cosas, los desarrollos de identidad de marca, producto y marketing, tal cual el por qué del ejercicio resultada más nada que mejoras en rasgos prexistentes, la semejanza entre marcas y la erosión del patrimonio de marca.
La identidad de una marca debe reflejar su parecer, particularmente para el grupo objetivo, puesto que no ha de encontrarse ventaja competitiva alguna en lo que otros hacen o han hecho. Evite la confusión entre emulación e innovación, y concentre sus esfuerzos en desarrollar una estrategia de marca que satisfaga las necesidades y las expectativas, sólo de aquellos que valoran y comparten lo que usted provee.
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