En lo que me corresponde, soy de aquellos que, ‘reconocen los puntos de vista opuestos y los aceptan como rasgo de honestidad intelectual’. Desafortunadamente, no todo el mundo reconoce dicha noción, como, por ejemplo; lo que se percibe de la interacción en las redes sociales (aunque, ese es un cuento para una próxima ocasión, quizás). Así mismo, en el quehacer de nuestra gestión profesional o personal, nadie quiere contrariar a los demás, particularmente, a aquel personaje que, por lo general, se ve en la necesidad de disminuir el ritmo de la interacción para ‘torpedear’ las nociones de los demás interlocutores o integrantes del grupo. Las personas pueden encontrar a esa persona incomoda y fastidiosa, sin embargo, existe una gran ventaja en expresar un punto de vista opuesto. En ese orden de ideas, y como para convertirse en un contradictor que sus interlocutores o compañeros de equipo respeten, empiece por entender cuándo es oportuno discutir y cuándo no. No todas las nociones requieren ser desafiadas, aunque, algunas, ciertamente, así lo ameritan. Examine el entendimiento que logra percibir de aquellas nociones complejas que han sido expuestas con exceso de simplificación. Dicho tipo de nociones son ideales para cuestionar. Las observaciones contrarias o desafiantes, aportan perspectiva ajena al punto de vista expuesto, así que; investigue o indague todo lo que pueda al respecto para que sus aportes informados estén fundamentados en una amplia gama de fuentes, interacciones y nociones. Tenga presente que, al oponerse, no está usted pretendiendo ser fastidioso ni pesado, ni mucho menos, intentando descalificar las nociones de los demás. Sencillamente, con su punto de vista opuesto, está usted ofreciendo otras alternativas de raciocinio. En últimas, presente sus sugerencias como observaciones, no como verdades absolutas. Esto facilitará que las personas consideren su perspectiva con mayor soltura y sin ponerse a la defensiva.
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