Las consecuencias significativas de la ausencia de liderazgo

La opinión y percepción de la gente sobre el liderazgo puede variar según sus experiencias personales, antecedentes culturales y perspectivas individuales. Así mismo, son influenciadas por experiencias negativas o percepciones de líderes ineficaces o poco éticos, como actualmente nos pasa a los colombianos con el gobierno del presidente Gustavo Petro. Sin embargo, en general, el liderazgo robusto y efectivo es ampliamente reconocido como una fuerza positiva y necesaria para el progreso y el éxito en varios contextos de nuestra cotidianidad. Por el contrario, la falta de liderazgo puede obstaculizar el progreso, la toma de decisiones, la responsabilidad, la motivación, la resolución de conflictos, la innovación, la confianza y el éxito general. Reconocer la importancia del liderazgo nos ayuda a comprender la necesidad de desarrollar y cultivar líderes efectivos en varios entornos de la vida.

En ese orden de ideas, se me dio por compartir aquí, Se buscan líderes, la opinión al respecto de Martha Ortiz, subdirectora de El Colombiano y columnista del periódico El Tiempo. A saber:

Leer textos tiene el encanto del control personal del tono de la voz y de la creación de imágenes propias. Aquí, una propuesta: que este sea un conversatio leído desde la apertura constructiva. El halo anímico negativo que ha impuesto la política del Gobierno en el ambiente es infértil y riesgoso.

Hoy quiero pasar por la memoria a un mentor importante para mí, Nicanor Restrepo Santamaría. Y no lo traigo desde la nostalgia, lo evoco desde la fuerza que me da y la inspiración que me representa para invitar precisamente a tantos líderes contemporáneos que hay en el país y que están ocultos para que asuman su llamado histórico. Seres diversos, vigentes, capaces de interpretar la realidad, forjar la unión y acuerdos fundamentales para crear proyectos innovadores con consciencia nacional que transformen realidades.

Hace unos años la sociedad permitió que los desacuerdos del presidente Uribe y el presidente Santos estuvieran por encima de la cordura, afectando el bien común, el país, las familias y los amigos. En los últimos años esa misma comunidad ha sido flexible, porosa, y a veces cómplice de la estrategia de odios usada por algunas campañas electorales, agudizando aún más las profundas grietas de Colombia. Un camino caótico y suicida. ¿No es suficiente?

Hoy la nación tiene un reto magistral, pues se enfrenta a un gobernante cuyos comportamientos carecen de dignidad, sindéresis y dimensión. De dignidad: un estadista no violenta a su pueblo, porque pueblo somos todos, como hace este con frecuencia y repitió en la marcha del miércoles pasado con diversos ataques a colombianos, instituciones y medios en su discurso en la plaza de Bolívar. De sindéresis; un líder tiene discreción y capacidad natural para juzgar. Un político serio entiende la democracia y no reacciona con obscenidad descarada violentando el sistema de gobierno, el mismo que le permitió pasar de ser guerrillero a presidente, donde se evalúan, debaten, reforman y aprueban o rechazan propuestas. De dimensión: un gobernante tiene sentido de proporción de los hechos y jamás resultaría, por ejemplo, dando como primera respuesta en Twitter a la crisis Benedetti-Sarabia un trino de una selfi con su hija y el texto “¿Intranquilos? ¡Qué va!”, burlando a su nación y la gravedad del momento.

Elegido por una mayoría de una minoría de colombianos, Gustavo Petro es el presidente. Es un hecho. El punto es frente a su habilidad retórica pero su incapacidad de gobernar qué actitud tomar. Pasiva, permitiendo el daño de malas políticas y guardando silencio o quejándose sin mérito. O activa, dejando de delegar la solución en el otro y asumiendo un protagonismo comprometido porque es lo correcto y, aunque inaudito –pero para algunos eso no es suficiente–, porque es conveniente. A nadie le interesa perder el progreso.

Considero que este gobierno ha tenido un efecto positivo en cuanto ha obligado conversaciones necesarias e importantes en un país con grandes retos, pero su proceder errático necesita contrapeso. Sin excusas. Líderes visibles organizados con actuaciones serenas pero ágiles, argumentadas, inteligentes y estratégicas, protegiendo tanto lo institucional como creando ideas paralelas que equilibren el miedo, la anarquía y la parálisis –incluso retroceso– del país.

En una de esas tertulias deliciosas del Museo de Arte Moderno de Medellín escuché a Restrepo con Juan Luis Mejía narrar cómo el liderazgo antioqueño había tomado la decisión consciente de quedarse en el país y comprometerse en sacar a Medellín de la esclavitud de Escobar. Pagaron precios altos, pero, como el ave fénix, una ciudad distinta resurgió de las cenizas. Fue una decisión consciente.

Decía Nicanor en su editorial cuando lo invité a ser director por un día de El Colombiano: “Aparece el tiempo como elemento que transcurre en forma perturbadora, pero contra ello solamente caben la confianza, fortaleza, persistencia y paciencia”. Se buscan líderes.

—Martha Ortiz (@MOrtizEditor), Se buscan líderes, El Tiempo

Así pues, y como entenderá, la falta de liderazgo puede tener consecuencias significativas en varios aspectos de la vida, incluida la política, los negocios, las organizaciones e incluso las relaciones personales. Sin embargo, en esta ocasión, son las consecuencias políticas lo que más nos preocupa a los colombianos del gobierno del presidente Gustavo Petro.

¿Cómo afecta el sistema político la ausencia de liderazgo?

He aquí hay algunas formas fundamentales en las que esa ausencia de liderazgo del presidente Gustavo Petro está afectando el sistema político y la sociedad. A saber:

Parálisis de las políticas— Sin un liderazgo efectivo, los procesos de toma de decisiones pueden volverse lentos e ineficientes. Los líderes políticos juegan un papel crucial en el establecimiento de la agenda política, la elaboración de leyes y la implementación de las reformas necesarias. La falta de liderazgo puede resultar en una parálisis de las políticas, donde los problemas importantes quedan sin resolver y el gobierno no toma medidas significativas.

Falta de dirección y visión— Los líderes políticos brindan una visión para la nación o comunidad que representan. Articulan objetivos, valores y un camino a seguir. Sin un liderazgo robusto, puede haber una falta de dirección, ya que diferentes facciones o grupos de interés pueden avanzar en diferentes direcciones, lo que resulta en una sociedad fragmentada y dividida.

Incapacidad para abordar los desafíos apremiantes— Los líderes efectivos identifican y abordan los desafíos más apremiantes que enfrentan sus sociedades. Brindan soluciones, reúnen apoyo y movilizan recursos para abordar problemas como la desigualdad económica, el malestar social, el cambio climático o las crisis de salud pública. La falta de liderazgo puede resultar en el descuido o el mal manejo de estos desafíos críticos, lo que exacerba su impacto en la población.

Erosión de la confianza pública— El liderazgo es esencial para construir y mantener la confianza pública en el sistema político. Cuando los líderes no brindan un gobierno competente y ético, puede conducir a una pérdida de confianza en el gobierno y las instituciones democráticas. Esta erosión de la confianza puede socavar la cohesión social, alimentar el cinismo y la apatía, y crear un caldo de cultivo para el populismo o el extremismo.

Polarización e inestabilidad política— A menudo se necesita un liderazgo fuerte para cerrar las brechas y fomentar el consenso en una sociedad diversa. En ausencia de un liderazgo efectivo, la polarización política puede intensificarse, lo que lleva a la fragmentación social y política. Esta polarización puede resultar en inestabilidad política, estancamiento e incapacidad para encontrar un terreno común para el bien común.

Influencia internacional disminuida— El liderazgo es crucial para proyectar los valores e intereses de un país en el escenario internacional. Sin un liderazgo fuerte y estratégico, una nación puede tener dificultades para afirmar su influencia y abordar con eficacia los desafíos globales. Esto puede debilitar sus esfuerzos diplomáticos, asociaciones internacionales y su capacidad para dar forma a las agendas globales.

Abordar la falta de liderazgo en la política a menudo requiere reformas electorales y de gobierno, así como cultivar una cultura de rendición de cuentas, transparencia y participación pública. Alentar y apoyar el surgimiento de líderes capaces y éticos es esencial para fomentar una gobernanza eficaz y abordar las necesidades y aspiraciones de la población.

Así mismo, es importante tener en cuenta que el liderazgo no se limita a un solo individuo. El liderazgo puede surgir de varios niveles y posiciones dentro de un grupo u organización. En ausencia de un liderazgo formal, las personas pueden intensificar y exhibir cualidades de liderazgo para mitigar los efectos negativos de un vacío de liderazgo.

En últimas, y para la contrarrestar la ausencia de liderazgo, es un imperativo identificar líderes potenciales, brindarles capacitación y recursos, y crear una cultura que valore y promueva un liderazgo efectivo. Por lo demás, la gente puede asumir la responsabilidad personal de sus acciones y exhibir cualidades de liderazgo para influir en un cambio positivo dentro de sus entornos de influencia.

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