Desistir también deja sus enseñanzas. En muchas situaciones, es un paso necesario para determinar qué se requiere para ganar.
El aspecto más complejo de desistir es cuando permitimos que nuestro ego se interponga en dicha experiencia de aprendizaje, desaprovechando así la oportunidad.
Al respecto, diga usted, por ejemplo, los deportistas. Hasta para los deportistas más consumados, desistir el control del ego puede significar ‘vencer’ o ‘desfallecer’ en el intento.
Para el efecto, recuerdo de mi adolescencia una anécdota del entorno del golf que, ilustra a la perfección la susodicha noción.
A saber: Un golfista, en el tope de su carrera profesional, ingresó a un torneo como el máximo favorito. Lamnetablemente, jugó los primeros 9 hoyos de la primera ronda como si fuera un jugador de hándicap 36 (el de los más troncos, por si acaso, Alfonso Prada), optando por retirarse sin siquiera terminar los otros 9 hoyos de los 18 que son. Con su decisión, dicho golfista, ignoró un código de ética de larga data que, sugiere, que ‘un golfista termina siempre su ronda, a menos que tenga una razón persuasiva para retirarse’. Como era de esperarse, este golfista no iba a ganar el torneo con el golf que llevaba a cabo. Sin embargo, la verdadera perdida para este personaje, ocurrió, cuando este permitió que su ego tomara el control de la situación.
El asunto, es más común de lo que piensa. Le ocurre también a los futbolistas, a los estudiantes, así como a cualquier otra persona.
Es cierto, que apesta percibir cómo el esfuerzo y la brega que uno le mete a determinado propósito parece no conducir a ningún lado favorable. No obstante, la posibilidad de aprender de la adversidad, siempre es una opción y un ejemplo de superación para usted, como para cualquier otro que esté prestando atención.
En ese orden de ideas, desistir, es también una opción. Es inevitable.
Sin embargo, uno siempre termina con entereza lo que emprende, independiente, de los motivas para desistir.
Y, por supuesto que, en los negocios, así como en lo personal, uno que otro ego por ahí saldrá magullado a lo largo de nuestra existencia y trayectoria profesional.
La moraleja del asunto, es que entre más rápido aprendamos a lidiar con la adversidad, más rápido aprenderemos a controlar y superar esas dificultades que son inevitables tanto en nuestra vida como en nuestro quehacer profesional; logrando así, prosperar como individuos y en conjunto con nuestros colegas.