Si tan solo el social media

Se concibiera más allá del estrecho confín de los auto-implantados servicios que pretende vender, serían los de marcas gente muy afortunada, porque el social media para el marketing, representa un interesante potencial de oportunidades.

El susodicho dilema es de su interés, aun cuando probablemente usted no es de los que asiste al tipo de eventos patrocinado por la industria a la que sirven y en donde diestros gurús pretenden vender su mercancía, so pretexto de ayudarnos a comprender mejor cierto oficio, diga usted por ejemplo, el social media; o aquellos otros certámenes en los que un gremio determinado pretende validar los aspectos intrínsecos de su labor, v.g. la creatividad, y a propósito de la entrega de premios, en su segunda versión, del Festival de la Creatividad Colombiana ElDorado (24 y 25 de septiembre, pasado), y “el único show en América Latina que tiene el apoyo de Cannes Lions, el máximo evento de publicidad, creatividad y comunicaciones en el mundo”.

Y es que en mi a ver y entender, un evento para promocionar cierto oficio auspiciado por los clientes a los que sirve, es como una convención de agentes de propiedad raíz que se reúne para discutir cómo vender casas y apartamentos. Aunque un evento de dichas características, colmado de fervorosos creyentes, probaría ser muy conveniente para una profesión como el social media, considerando pues que, por cada fiel predicador del inherente valor de la industria, existe otro que, estima su utilidad para el marketing como poco más que el aceite de ricino para aliviar los síntomas de la migraña.

Que la proporción a favor y en contra del social media se encuentre a mitad de camino, es consecuencia en mi opinión, del ímpetu con el que pretenden los más fervientes promotores del oficio, hacer creer que han reinventado la conectividad humana; particularmente, cuando algunos tienen muy claro que existe una ciencia de base y una historia sobre cómo, cuándo y por qué la gente interactúa entre sí. Los instrumentos sociales en línea, son tan solo un mecanismo para facilitar dicha interacción, pero ciertamente, para nada cambian los mencionados hechos. Sería algo así como afirmar que, las vallas publicitarias replantean la conciencia humana.

En realidad, es bastante desafortunado el asunto, ya que el social media representa una buena oportunidad para la gente de marcas, si tan solo los gurús del oficio lograran concebirlo más allá del estrecho confín de los auto-implantados servicios que pretende vender.

Resulta, pasa, sucede y acontece que todos los medios son sociales, tal cual lo son todas las experiencias; quizás con algo de diferencia en la celeridad con las que se suceden como en la diversidad de sus propósitos, y el resultado final. Los de marketing ya lo sabían mucho antes de la innovación de los medios masivos del siglo XX. Es más, ni siquiera el cargo de “especialista en marketing” existía previo al mencionado período. Fue una época en la que las comunicaciones de negocio iban conexas con la conducta de negocio y la realidad operativa, tal cual lograban su propósito a través de cualquier y cuanto imaginable comportamiento. En ese entonces, la disponibilidad de los medios masivos permitía la selectividad a los comunicadores, pues éstos debían transmitir por algún canal en particular, diga usted por ejemplo, televisión o impresos a nivel nacional, y puesto que éstos también eran las únicos medios para “conversar” con el distante consumidor.

Inclusive en aquel entonces, las experiencias, tanto de medios como sociales, eran inseparables. La gente solía reunirse a ver televisión para luego comentar al respecto. La radionovela era una experiencia comunal. La prensa se compartía con el embolador, los porteros, el ascensorista y demás.

Ahora y aunque en la actualidad, ya dichos medios masivos perdieron su audiencia, la Internet y los dispositivos móviles, han logrado reconectar a la gente con las operaciones de negocio tal cual entre sí. Como por arte de magia, todo es social una vez más, solo que en esta ocasión es realmente de doble vía, bien sea por intermedio de redes de telefonía móvil o búsquedas de Internet. Todo cuanto hace la empresa es social, y nada de lo que ésta hace escapa al escrutinio como a la opinión pública, a propósito del cartel de los pañales. La forma como nos comportamos “en” y “fuera” de línea, tal cual en cualquier otro lugar, por lo demás, contribuye a nuestro parecer como a nuestra subsiguiente decisión de compra.

Cuando lo concibamos como lo que es, un canal de marketing basado en la tecnología, el social media viene siendo un subconjunto de medios en general que, a su vez son un subconjunto de experiencias moderadas que, a su vez son un subconjunto de experiencias en general. O como quien dice, el social media es El Dorado de un panorama mucho más relevante del que puede llegar a ser el, “cómo usar esta o aquella plataforma social para cautivar al consumidor”.

Si logran los de marketing sobreponerse a la cortina de humo, de seguro encontraran una gran oportunidad al emplear el social media para aplicar sus artilugios en el diseño de reflexiones que, encajen con las experiencias del consumidor, las de los proveedores, las de los empleados y las de cualquier otra comunidad con la que la empresa esté interesada en interactuar.

Todo lo demás, son meros “Followers”, “Likes” y “Contacts”, o si se quiere, “agua molida y viento raspado”.