Relaciones públicas en la era del cartel de los pañales

El quid del asunto es que por lo pronto, Tecnoquímicas es el único de los involucrados que hasta ahora sale a justificar el meollo con el consabido “que fue que fue, que yo no fui, que patati, patata”, tal como lo hiciera por estos días Francisco Barberi, propietario de Tecnoquímicas y a pesar de las pruebas existentes.

En vez de andar negando todo, debió en cambio el señor Barberi aceptar la equivocación de Tecnoquímicas (TQ en la actualidad), honrando aun cuando fuera de paso, el primer precepto de las relaciones públicas que así lo dicta, cuando a usted le descubren con las manos atolladas en los pañales.

Es así como en está la era del “cartel de los pañales” como de “profesionales multitareas en medios de comunicación”, la gente cada vez más se acostumbra a ser bombardeada con una gran cantidad de contenido y mensajes omnipresentes que, por lo demás y salvo que sea material directamente de su incumbencia, por lo general, será ignorado por la audiencia.

Y motivo por el cual sorprende como aún quedan tantos por ahí que, ven en las relaciones públicas un mero instrumento para venderle a la audiencia, cuando en realidad, debería asumirse como un medio para consolidar las relaciones a lo largo del continuo de una comunidad de beneficiarios, en la cual el consumidor es también un empleado, un accionista, un miembro de una ONG, un activista comunitario o un apasionado consumidor de productos y servicios predispuesto a recomendar el diseño de los susodichos.

Pueda ser que en una próxima ocasión Francisco Barberi, cuando salga a apagar los incendios que genera cierto proceder corporativo en Tecnoquímicas, tenga a bien considerar una que otra de las siguientes nociones respecto a las relaciones públicas:

No es acerca de las ventas, es acerca de desarrollar relaciones confiables con la audiencia— El mundo verdadero no es acerca de estereotipos de buena presencia o de autos suntuosos. Dicha aproximación realmente no convence a nadie para que adquiera un auto. Dicha simplicidad se extinguió en la década de los años cincuenta junto con Draper Daniels (quien inspirara el carismático personaje Don Draper, de la serie “Mad Men”) y Rosser Reeves (el mismísimo que propuso el “Unique Selling Proposition”). El enfoque principal de las relaciones públicas, debería derivarse del profundo entendimiento de nuestra sociedad, pues el marketing no solo es un instrumento útil para vender, es también un medio muy efectivo para consolidar relaciones robustas con los beneficiarios basados en su experiencia con las marcas y por lo que con cartel de pañales, sencillamente no es factible.

Las relaciones públicas son cuestión de mentalidad— las rr.pp. son mucho más que un instrumento o táctica. Es contraria a la publicidad aun cuando igual son propicias para la narrativa de marca. Deben las relaciones públicas estimular la dialéctica, ser relevantes tal cual ser noticia sustanciosa.

Extendiendo la definición de relaciones públicas— extender las relaciones públicas hacía nuevos territorios, requiere haber desarrollado y consolidado relaciones robustas con la base de beneficiarios. Debe usted señor Barberi, escuchar tanto al cliente como al consumidor para que pueda así Tecnoquímicas, presentar nuevas oportunidades de negocio mientras que al unísono resalta las ventajas competitivas de su empresa que, en esencia se fundamentan en la credibilidad, la agilidad, la interacción de doble vía y la permanente narrativa de marca.

En este orden de ideas y al menos desde mi óptica, la verdadera recompensa de las relaciones públicas proviene de cuando se conoce a alguien y, se logra luego descifrar cómo alcanzar con ese alguien una mutua relación productiva.

Uno de tantos aprendizajes que he logrado asimilar al respecto es que, solo cuando se escucha a la gente puede uno comprender los intereses y motivaciones del otro, lo que a la postre facilita estrechar los lazos de confianza. Entonces, así es que la confianza se torna en pieza clave para el desarrollo de las relaciones productivas y como ya sabrán, las relaciones productivas son la base de las buenas relaciones públicas.

O como quien dice, no más carteles de producto.