Varios por ahí entre mi audiencia me han preguntado, si acaso tengo alguna recomendación que pueda compartir para que su redacción se adapte a las necesidades de aprendizaje fundamental del lector. Al respecto, y gracias a la labor de los psicólogos y neurólogos, por estos días podemos ya percibir cómo nuestro cerebro responde a los estímulos de interpretación de la lectura, diga usted, por ejemplo; desde metáforas hasta vocablos complejos. Así pues, y a saber: Debe usted procurar una redacción sencilla— Fraccione las oraciones largas. Evite los adjetivos y adverbios innecesarios. Deshágase de las transiciones inútiles. Y quite todas aquellas advertencias que saturan su mensaje. Sea específico— Los detalles particulares iluminan las neuronas de nuestro cerebro que procesan las reacciones sensoriales. Desafíe las emociones del lector. Puede usted ser de aquellos que considera, que la lógica es más persuasiva. Sin embargo, nuestro cerebro, en realidad, procesa las emociones más rápido que los pensamientos. La forma en que sus palabras hagan sentir a las personas moldeará lo que estas comprendan y recuerden de su escrito. Comuníquese con su lector empleando la segunda persona o, como quien dice, de ‘usted’. No subestime el poder de una buena narrativa— Desde tiempos inmemorables, las narrativas de la humanidad han sido una forma preponderante de compartir aprendizajes, por lo que nuestro cerebro, según los científicos, está predispuesto para recompensar las buenas historias. Independiente, de si está usted redactando un correo electrónico, el plan de marketing o un gran informe para la junta directiva, estas sugerencias sencillas lo ayudarán a transmitir su mensaje como corresponde.