Que el temor no lo restrinja

Siempre me he considerado una persona que toma riesgos calculados. Cada vez que evalúo los pros y los contras de una situación, procuro con serenidad suponer los resultados más allá de la decesión aparentemente más segura. Así lo he hecho durante la mayor parte de mi existencia.

A pesar de las muchas incógnitas, hace unos años decidí darle a mi hijo la oportunidad de perseguir su sueño en las Divisiones Menores del Fútbol Profesional Colombiano. No tenía idea de cómo resultaría la vuelta, no conocía a nadie en el entorno: ni directores técnicos, ni empresarios, ni promotores o agentes. Aun así, y con lo poco que conocía del asunto, decidí concederle la oportunidad. El asunto implicaba tomar la decisión de dejar su formación académica del grado 10 y 11 en el Colegio San Bartolomé La Merced por el programa virtual de dichos grados en Universidad Nacional Abierta y a Distancia. Junto con mi esposa, nos esforzamos para brindarle el tiempo y el espacio necesario para su realización. Superamos todos los obstáculos para lograrlo. Todo eso me hizo reflexionar que, “todos somos capaces de realizar más de lo que solemos imaginar”.

Si bien nunca seré un tomador de riesgos imprudente, sigo tomando riesgos calculados. Cuando lo hago, obtengo una mejor comprensión de mí mismo y me alejo más fortalecido. Cuanto más practico salir de mi zona de confort, más cómodo me siento haciéndolo. Por lo demás, los hallazgos de la investigación al respecto, sugiere que dicho proceder es una ventaja a lo largo de la trayectoria tanto académica como profesional.

Volviendo al caso de mi hijo, el asunto, por supuesto, tuvo sus implicaciones: abandonar a su Alma Mater, profesores y compañeros de toda una vida; asumir un programa académico en un formato virtual que, por aquel entonces, era desconocido; y las lidias por alcanzar sus metas en un entorno deportivo agreste, competido, amañado y de formadores mediocres y económicamente interesados. No obstante, con esfuerzo, disciplina y resiliencia logró conformar el equipo Sub-20 en el plantel profesional con el cual pretendía llegar al FPC. No se alcanzó el objetivo final, pero se disfrutó y sufrió cada paso del trayecto. Se postergó el ingreso a la universidad, aunque ya está matriculado en una gran universidad, persiguiendo su pasión académica en el área del diseño industrial. Por lo demás, en su segundo semestre fue seleccionado para conformar el equipo de fútbol en la Selección A de la universidad. En ese orden de ideas, digo con confianza, que aquella decisión que tanto nos atemorizó resultó absolutamente exitosa. Y, en el proceso, aprendimos que la mayoría de las veces, los mayores riesgos cosechan las mayores recompensas.

Si requiere aventurarse para encontrar el coraje de asumir su primer riesgo, más adelante, probablemente, les comparta uno que otro consejo alentador. Hasta entonces.

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