Considere por un instante y aunque sólo sea por conmemorar justamente el aniversario 193 de la Batalla de Boyacá, que el mercado actual es aquel cruce del río Teatinos en inmediaciones de la ciudad de Tunja y que su audiencia anhelada son aquellos valientes hombres del ejército libertador: perplejos, cansados y ansiosos.
Perplejos por la cantidad de alternativas y la confusa información, cansados de los anunciantes endemoniados, así como vacilantes por algo de atención, filiación, dirección y significado.
Por supuesto que la historia nos ha enseñado que Santander lideró las tropas de vanguardia, Anzoátegui las de centro, Páez sus bravos guerreros acompañados por la legión británica, el coronel Rondón los lanceros llaneros y José María Ruíz las tropas guías del Casanare, para así poner ‘pies en polvorosa’ a la milicia española.
No obstante: ¿Cómo elegiría usted conducir sus legionarios hasta su concepto? Aquella gran idea meticulosamente concebida para disipar la perplejidad, fortalecer la confianza en la publicidad, y saciar la ansiedad.
¿Optaría usted por invertir su tiempo como el ex presidente Uribe, en una alharaca interminable en las redes sociales: trinando, trinando y trinando? ¿O por el contrario, le apuntaría usted a dejar vestigios de valor cada vez más grandes? Es decir, una senda que se entreteja en dirección hacía una fructífera relación con sus marcas.
Emulando lo acontecido hace 193 años en aquel paraje boyacense, cuando la vanguardia independentista consiguió separar la vanguardia del ejército español, le refresco que la gente felizmente enredada en su cuento, tiende a liberarse de los estímulos irrelevantes, que es el motivo por el cual considero preferible para las marcas, el vestigio que la alharaca. ¿Y usted?
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