¿Quién no recuerda las delicias que se cocían en la cocina materna? En mi caso, de todos aquellos manjares y golosinas que cautivan los sentidos; el dulce de moras con leche es mi preferido. Más allá de la satisfacción del paladar, sus propiedades organolépticas, hacen que evoque sensaciones y recuerdos de épocas pasadas, de tiempo felices, de fresca brisa de atardecer caleño, de aromas florales, de esencia, de hogar, de familia, de sosiego, de confianza. Emociones y reminiscencias como para regresar en el tiempo.