¿O acaso las distintas versiones del Harlem Shake de Pepsi, harán que su caja registradora tintinee más de la cuenta? ¡Por supuesto que no! ¿Entonces por qué se toman la molestia? ¡Porque pueden hacerlo y además sin contemplación alguna por la marca ni el consumidor!
Ni más ni menos, tal cual es hasta ahora el argumento que nos trajo la ola del SMM, y sus estrategias SMO que a diario implementan interminables séquitos de CM’s, encargados de suministrar el alegórico régimen de contenido rico en galguería y pobre en fibra.
Y está es la razón por la que coincido con aquellos que de tiempo atrás sostienen, que tan exagerada celebración sobre los ilimitados beneficios que supone la utilización del social media, es tan dañina como bajarse en una sola sentada un galón de helado Häagen-Dazs sabor a Pistachio.
El quid, es que como cualquier galguería que se respete, éstas son gratas de consumir aunque envician, razón por la cual siempre se está a la expectativa del siguiente mecato que bien puede ser algún otro sabor exótico de Häagen-Dazs, o un paquetico de tuits recién chirriado por nuestro meritísimo expresidente Uribe. Ambas suculentas provisiones, pero no necesariamente saludables.
De hecho, son múltiples las implicaciones del social media tanto a nivel de los mercados como en lo individual.
Desde la óptica del consumo, es evidente la merma en la confianza como en la lealtad hacía las marcas. Como quien dice, el comprador cada vez espera más y, a cambio recibe cada vez menos, y por lo que así se ve obligado a reclamar como para obtener algo de satisfacción.
De cara al panorama individual, éste tampoco es muy alentador que digamos si se considera que en aras de la inmediatez como de la oportunidad, el social media promueve la ortografía bestial, congénita y galopante (como decía el profesor Meneses en mis tiempos del Bolívar). Así mismo, cohíbe la habilidad de reflexión de los estudiantes tal cual la productividad de los empleados. Y ni que decir del comportamiento anti-social: “aislamiento social intensificado e incremento en las instancias de matoneo”.
Además, y como pedrada en ojo tuerto, considérese que la gran mayoría de los que utilizan las redes sociales son meros concurrentes que poco o nada aportan.
En fin, igual me parece que el potencial y los beneficios del social media son bastante halagadores, principalmente como consecuencia de su condición heterogénea. Sencillamente, y por lo pronto, el asunto es identificar y consumir el contenido rico en fibra, descartando por lo demás, el exceso de galguerías.
Deberían recordar aquellos que predican la palabra del social media, que la comunicación apresurada, concisa y frecuente, no implica constitutivamente que ésta sea saludable. Es más, el hecho de que las empresas y los individuos tengan acceso a un audiencia en línea, no implica que sea obligatorio participar con cuanta insensatez se les ocurra; diga usted por ejemplo, el Harlem Shake de Pepsi.
A cambio, sería una actitud responsable, dedicarse a enriquecer con fibra el régimen de contenido que proveen las marcas a través de las redes sociales.
!Amén!
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