La comunicación afecta su imagen

James Webb Young, un reconocido director creativo, de aquellos primeros años de J Walter Thompson, solía sugerir que, el propósito de la publicidad era desarrollar valor agregado para el producto, más allá de sus propiedades organolépticas y, que dicho valor agregado, se desprende de la constelación de propiedades que, en conjunto conforman la imagen de marca.

En ese orden de ideas, la relevancia que tiene la marca, es la razón por lo que la palabra ‘imagen’ ha emergido de la jerga publicitaria para convertirse en el ‘pan nuestro de cada día’. Es más, si pudiera uno en efecto cuantificar la cantidad de dinero despilfarrado a favor del mencionado vocablo, el monto sería colosal.

En múltiples ocasiones, particularmente, por esta década de empresas de cártel, ciertas empresas han pretendido pasar de agache, al intentar resolver una problemática endémica, diga usted, por ejemplo; productos de mala calidad, precios amañados según dicta el cártel o servicio de quinta categoría; al concebir una nueva ‘imagen corporativa’ a razón de invertir bultos de dinero en tan arcana disposición. Al respecto, recuerde usted a Tecnoquímicas o TQ, ya por estos días.

Así pues, cuándo será el día, en que las empresas comprendan que la marca y su imagen —o personalidad— se da como resultado del significado de sus atributos y su proceder. Muy por el contrario, de la merca palabrería de grandiosidad y servicio, que algunos pretenden adjudicarle a la marca por intermedio de la publicidad. La forma, en que su marca haya atendido al consumidor, u ofrecido para la venta un producto de calidad, o aportado valor agregado a su oferta, harán más por la imagen y el posicionamiento de su marca que cualquier otra cosa.

Es más, la consistencia con la que su marca se comunica y comparte con la audiencia objetivo, es de vital importancia. De tiempo atrás, los eruditos de la publicidad solían afirmar que, una campaña publicitaria mediocre que se paute continuamente durante cinco años, es mucho más efectiva que cinco de ellas rotadas anualmente, independiente, de lo genial que estas cinco puedan ser.

El concepto, queda demostrado con cada estudio de recordación publicitaria en el que el entrevistado logra evocar a aquellas campañas de larga permanencia, así dicho lapso, no sea muy largo que digamos. En consecuencia, la moraleja, es que una vez establecida la imagen de marca en la mente del consumidor, es muy, pero muy difícil, cambiar la percepción de la audiencia objetivo respecto a una marca determinada.

Para el efecto, cada uno de los mensajes que usted exhiba, afectará la imagen que su audiencia tiene de su marca (de negocio o personal), así como la del producto o servicio que usted comercializa.