Es el mismo de hace 17 años. Estimo que exageraron cuando dijeron que el consumidor de la era interactiva iba a comprar todo en la Internet. Se me antoja que no fue así; la gente quiso, y seguirá queriendo ir a los negocios ya que, ir de compras sigue siendo toda una experiencia. Aunque ciertos mercadólogos se empeñen en pensar lo contrario, la gente no cambia tanto. Tienen acceso a nuevas cosas, y lo aprovechan, claro está. La gente es la misma; solo que en lugar de pagar en efectivo, usa la tarjeta de crédito. Eso es todo. En la pugna del marketing cotidiano no basta con conocer al adversario. El secreto radica en poder utilizar ese conocimiento a la hora de la confrontación, con la mira puesta en el objetivo de ganar. Y si se trata de sacarlo definitivamente de la competencia, hay que apuntar rápido a su flanco débil, sin perder un minuto. Para lograr esta meta en el competitivo entorno de los negocios contemporáneo, digo, debe usted asumir una posición agresiva pero al mismo tiempo reflexiva y comprometida con semejante desafío. En ese orden de ideas, estimo que es imperativo repensar el marketing, así como la forma en que las empresas se vinculan con sus clientes más allá de la red de las maravillas. El entorno actual ofrece una gama de opciones para enfrentar el cambio. Y las pymes deben ser las primeras en tomar la delantera. Todavía existen innumerables mercados por aprovechar y el consumidor tiene una cantidad abundante de necesidades por explotar.
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