Cuando se dispone de autoridad, es tentador asumir que denunciar la ofensa es mucho más sencillo. No obstante, los datos sugieren que dicho sentimiento realmente nunca desaparece, pues hasta los más poderosos se sienten intimidados previo al denunciar. Cuando esté usted considerando denunciar por derecho, considere si tiene usted clara comprensión de las consecuencias que habrán de resultar. Sopese qué tanto cree usted en lo que tiene por decir con lo que pueda ocurrir si lo dice, y decida si tiene usted la energía como el aguante requerido para dicho proceder. Es factible que haya usted exagerado su temor por las consecuencias, y por ende, prefiera usted en el corto plazo la tranquilidad que otorga el permanecer callado. Sin embargo, procure ser realista respecto a sus temores. Tenga en cuenta cómo fueron tratados aquellos que previamente se atrevieron a denunciar. Y por supuesto, no olvide manifestarse respecto al contrargumento: ¿cuáles son las consecuencias en el largo plazo que habrán de surgir para usted como para los demás, si elige usted quedarse callado?
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