Si a estas alturas del partido convive usted todavía con su pareja o cónyuge, y ambos están teletrabajando, es factible que estén enfrentando algunos desafíos cuando se trata de establecer lo que es justo y equitativo que, por lo demás, es absolutamente normal. Sin embargo, no permita que los resentimientos se agudicen ni que las desigualdades aumenten. Puede que este sea la oportunidad indicada para negociar, o renegociar, la división entre el trabajo y los roles del hogar. Empiece por abordar las pequeñas frustraciones y molestias que surgen a lo largo de la jornada laboral. Diga usted, por ejemplo, si las conversaciones telefónicas de su pareja interfieren con su concentración, hable de ello antes de esconder o botar su teléfono. Acto seguido, procure ser explícito sobre lo que espera de su pareja en cuanto a las tareas del hogar. Abogue por una conversación abierta sobre roles y responsabilidades para llegar de manera proactiva a una solución equitativa. Luego, en lugar de declarar ‘problema resuelto’, ambos deben verificar con regularidad el convenio para asegurarse de que permanezca vigente para ambos. Las necesidades, por supuesto, cambiarán con el tiempo, así que prepárese para improvisar e innovar. Las parejas que replanteen dicho momento desafiante como una oportunidad para compartir y comprender mejor las necesidades de los demás, emergerán con una relación más sólida y colaborativa.