El futbolista, así como cualquier otro profesional, debe apreciar qué beneficios le reportará la formación antes de decidir el proceso de instrucción. Por esta razón, debe uno demostrar al joven futbolista cómo el adiestramiento ayuda al progreso del equipo, cómo les genera confianza en el terreno de juego y cómo aumenta su productividad individual. Ante los jugadores más veteranos, se ha de realzar el prestigio que la destreza en la cancha les confiere entre los demás jugadores. Hay que demostrarles que, desarrollar las habilidades consolida su talento futbolístico, hace al juego más interesante.
El tema lo traigo a colación, a propósito de la forma en que se fija el precio final de un futbolista y, porque según Efraín Pachón, representante de jugadores a nivel mundial:
“Lo primero que se debe tener en cuenta a la hora de fichar a un futbolista son sus cualidades, que sea diferente, que se salga del molde predispuesto a jugar más allá de los límites que marque el director técnico. O de lo contrario, no tendrá mucha salida comercial porque los jugadores de biotipo y cualidades estándar no tienen mucho mercado”.
Frecuentemente, la clave para conseguir el interés de los jugadores consiste en decirles por qué cierto trabajo se realiza de una manera determinada. Para comprender la necesidad del adiestramiento, el jugador necesita saber no sólo qué debe hacer y cómo debe hacerlo, sino por qué es preciso hacerlo así. Este proceso puede compararse al problema técnico de la transmisión de la televisión a color en sus inicios. Como sabemos, la imagen solía descomponerse en tres canales por separado, uno de los cuales llevaba la porción roja de la imagen, otro la verde y el tercero la azul (RGB, de sus siglas en inglés). Si los tres no se transmitían en armonía, la imagen aparecía borrosa y deformada. Así mismo, el jugador no comprenderá el adiestramiento si no son transmitidos armónicamente hasta él los tres requisitos esenciales (qué, cómo y por qué).