¿Es usted de los que se da el lujo de dejarse entusiasmar en exceso con cuanta tendencia consumista se pone de moda, perdiendo de vista así su verdadera esencia por estos días de voracidad social en línea? Pueda ser que no, y afortunado usted; ya que la gente constantemente anda en la búsqueda de aquella formula magistral, de aquel elemento fantástico para esparcir imagen, marca y causas personales —esperando de esta forma verlos materializarse exitosamente— cuando en ocasiones basta tan sólo con disponer de un atributo personal con el cual la gente se sienta a gusto verdaderamente.
Con frecuencia, el marketing personal se percibe como una actividad que ocurre al margen de la personalidad. Una vez definidos todos los asuntos críticos, el agente de marketing interviene para impulsar a las personas como por arte de magia, para que éstos tomen sus atributos del anaquel del armario, independiente de si la experiencia de personalidad es irrelevante tal cual inmemorable.
El mercadeo indirecto y de largo plazo también es factible, especialmente si se implementa acertadamente. Este es el tipo de marketing que involucra la totalidad del entorno de la persona. Es el modelo de mercadeo que logra generar atributos exclusivos excepcionales, como experiencias encantadoras de interacción para la gente que le rodea.
Aquella práctica de mercadeo que logra sobreponer los límites físicos del entorno personal, es el mejor marketing. Todos trabajamos en mercadeo, independiente de nuestra experiencia funcional. Todos impactamos nuestro proceder personal o profesional e influimos de alguna manera en nuestra identidad. La dinámica de carácter no aguanta a quienes se paran en la lateral con los ojos cerrados. Por ahora, el marketing personal hará que nuestro estilo alce el vuelo aunque requiere claro está, la participación significativa de toda la gente si éste ha de ser funcional a su favor.
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