Con lo que se percibe de colegas y familiares que se debaten entre el trajín laboral y las lidias del hogar por estos días de crisis, recordé que leí no hace mucho un escrito de Brigid Schulte, ‘Puede usted ser un gran líder y también disfrutar la vida’, en el que la autora sugiere, entre otros, que es tentador considerar que la única forma de llegar a la cima es ‘trabajar, trabajar y trabajar’ todo el tiempo. Sin embargo, entendí que es factible ser un líder eficaz e igual mantener un equilibrio saludable entre la cotidianidad laboral y la personal. Según Schulte, todo empieza por la mentalidad con la que se asume el asunto. En ese orden de ideas, sugiere la autora dejar ya de pensar en sí mismo como alguien que está dispuesto a hacer cuanto sea que el trabajo requiera, y comenzar a pensar en sí mismo como alguien que ejerce una gran labor, pero que también tiene una vida personal fuera de la oficina. Reflexione y planifique para poder apartar y priorizar el tiempo que compartirá con la familia, los amigos y las aficiones. Considere dónde tiene mayor flexibilidad y dónde requiere mayor disponibilidad de tiempo. Para el efecto, analice detenidamente la cultura corporativa de su empresa o negocio. ¿Es usted de los que mide el desempeño por el tiempo que pasan las personas en la oficina o porque realizan sus obligaciones correctamente y a tiempo? Si es usted de los que está en el primero grupo, algo debe cambiar, y es aconsejable que asuma usted dicha transformación. Y, si por el contrario, está usted en el segundo, debe empezar por reflexionar qué es aquello que le impide modificar la forma en la que invierte su tiempo.