Casi toda la vociferación que se escucha por ahí, dentro y fuera de las redes sociales es tribal. ¿O si no cómo justificar la ingenua declaración con la que la barranquillera Paulina Vega señala la independencia de la Organización de Miss Universo al manifestar: “Si esa organización compartiera algún sentimiento antilatino o cualquier tipo de prejuicio racial, yo no estaría en esta posición hoy”? Y por lo demás, zonza también la voz de aliento de algunos personajes de la farándula nacional tal cual la de uno que otro intrépido internauta de “ruana y chancleta” que secundaron la posición de la reina. En mí a ver y entender, la susodicha proclama pareciera más un parlamento de “Modern Family” adaptado para Sofía Vergara. El proceder más poderoso que podemos adoptar para ganar el respeto de aquellos que nos rodean, es sacudir a uno de los nuestros cuando éste osa cruzar el confín de la sandez. «La gente sensata no anda por ahí diciendo pavadas como la de estos días en antagonismo al pueblo mexicano, oh desairado Donald Trump». Es solo así como la verdadera transformación se empieza a gestar, tal cual los otros comienzan a aceptar que en realidad nos interesa algo más allá de los premios y “el cuarto de hora de gloria”, mi respetada Paulina. Sacudir al mentecato de Donald Trump como a los de su calaña, es el tipo de fulgor ideal.
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