Recompensar la iniciativa del individuo

Las redes están reemplazando a las jerarquías como modelo primario para hacer las cosas dentro de las corporaciones, las escuelas, los hogares y fuera de ellos. Desde las telecomunicaciones hasta la socialización de la intimidad, “dominante es la tecnología, así como eminente es el toque” lo que ha venido a definir las nuevas relaciones entre la gente y la tecnología. O como sugiere Francisco Cajiao, “una sociedad más abierta, con una enorme red de información sobre todas las posibilidades y modelos de vida, valores más respetuosos del desarrollo individual y un sistema escolar anquilosado hacen las cosas más complejas”; para todos aquellos dependientes de sus padres en transición a un adulto autónomo, capaz de valerse por sí mismo y adueñarse de las decisiones que tome sobre su vida. Y, a decir verdad, todo esto no me parece muy emocionante.

Se me da, el problema entonces, es el conflicto entre la tendencia hacia un estilo global de vida y la contratendencia del nacionalismo cultural (v.g. Brexit). ¿Cómo se puede preservar la individualidad cuando tantas fuerzas fomentan uniformidad, universalidad, igualdad?

En ese orden de ideas, el asunto es saber interpretar cómo hacerle para traducir la coyuntura entre ambas, pues todo este barullo de identificar las fuerzas que mueven el futuro, más bien que las que operaban en el pasado, tal cual lo leí por primera vez en “Megatrends 2000” de John Naisbitt y Patricia Aburdene, recién cobra sentido, ya que uno tiene el poder de tomar parte en su propia realidad:

Genes individuales únicos son las unidades básicas de construcción en la edad de la biología. Las decisiones éticas de individuos determinarán cuándo se afianza la nueva era de la biotecnología, y si la humanidad está espiritualmente preparada para ella. Cuando eso ocurra, avances definitivos que nunca antes se creyeron posibles, como identificar y corregir genes heredados perjudiciales, celebran el valor de la vida de un individuo.

El renacimiento religioso refleja un desplazamiento, del colectivismo de la religión organizada hacia la individualidad de la fe, ya sea fea en un ministerio curativo, en un maestro espiritual, o en la palabra de la Biblia. Sólo los individuos pueden experimentar los trascendental.

A lo largo de la historia, el poder se ha asociado con instituciones, con su aspecto físico y militar. Los reyes, los gobiernos y Dios eran poderosos. Los individuos no. La gente se sentía impotente frente al ambiente social; la única forma en que podía hacer una afirmación de sí misma era oponiéndose a la tradición, echando abajo lo que ya no era útil, es decir, rebelándose.

No obstante, y a pesar de la confusión, hoy existe una nueva posibilidad: el individuo puede influir en la realidad identificando las direcciones en que se encamina la sociedad. Conocimiento es poder, se ha dicho muchas veces. Aun cuando uno no esté de acuerdo con la dirección de una tendencia, el hecho de conocerla, Daniel, le confiere poder. Uno puede elegir oponerse a las tendencias, pero primero tiene que saber a dónde van.

Apostilla— A partir de hoy tomaremos un breve receso de verano. consumo|sentido estará disponible de nuevo a partir del sábado 23 de julio. Consúltenos hasta entonces o descubra los secretos que esconde nuestro archivo de contenidos.