Que el exceso de información no lo atropelle

Tal cual atragantarse bebiendo de una manguera en un caluroso día de verano o sentirse ahogar en la atiborrada tribuna del estadio o como dejarse aturdir por la abrumadora verborrea del alcalde de turno.

Es que así es el acceso a la información de la que hoy disponemos y del por qué de las expresiones recargadas de alegoría para explicarlo. El tema sencillamente es que no disponemos de la capacidad para procesar tanta información como tampoco podemos tomar oportunamente la decisión indicada para enfrentar el dilema de turno.

La información es poder, o al menos con esa noción nos formamos profesionalmente pero ¿qué si la necesidad insaciable de información de hecho lo que genera es un impedimento? ¿Qué tal si la obsesión por la información nubla nuestro juicio para tomar decisiones acertadas?

Conversando al respecto el otro día con algunos neurólogos, me explicaron que ciertos aspectos neurológicos sustentan nuestra obsesión por la información. Por su puesto, uno de estos aspectos es la predisposición genética que no necesariamente tiene que ver con el ‘bochinche’ pero si con la necesidad de comprender lo que hay detrás del arbusto, debajo de la piedra o a la vuelta de la esquina.

De hecho, la falta de información podría resultar catastrófica, lo que en mi opinión es uno de los motivos por el cual se exacerba nuestra incertidumbre por estos días. La condición humana detesta la incertidumbre y en consecuencia, anhela cualquier pedacito de información que aporte a nuestro ya extenso saber. Incluso, dicen los médicos que en nuestro cerebro se producen marcadores neurológicos que recompensan la interminable búsqueda de información.

Aun cuando nos cautive considerar que las decisiones certeras se impulsan con mayor volumen de información, la verdad es que como cualquier otro exceso, ésta puede saturar y distraer el proceso decisorio.

En síntesis, el asunto es que neurológicamente la información es adictiva. Aseguran mis médicos referentes que el proceso de aprendizaje está asociado con la liberación de dopamina o como quien dice, y cual consumo de drogas psicotrópicas, somos todos vulnerables ante el exceso de información disponible.

Y por lo que a mi entender, la realidad es que los profesionales en la actualidad se ven obligados con mayor frecuencia a tomar decisiones trascendentales con información inadecuada y en el menor tiempo posible. Aunque de seguro, lo ideal es más y mejor información pero quizás el reto sea diferenciar entre los interrogantes que valen la pena explorarse y aquellos que son mejor no cuestionar, diga usted por ejemplo: ¿se cumplirá acaso la profecía maya del 21 de diciembre?

¿Ahh?

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