Preferible un buen anuncio que el social media entretenido

Aún es factible concebir un buen anuncio, pese a que en la actualidad lo entretenido supera al mensaje en cantidad aunque no necesariamente en calidad, tal cual la publicidad se perciba entre el consumidor como el arte del engaño, ya que por estos días escasean las marcas con discurso. Las marcas de hoy, pretenden que la gente se identifique con bellas mujeres y apuestos hombres, con tal de que ésta descubra el mejor jabón. Los tuits han reducido el pensamiento, así como la escritura, a un remedo de lo uno y de lo otro. Todo lleva a lo fácil como a lo cómodo, y la publicidad es todo lo contrario. El social media es una orden que el agente de marketing insiste en obedecer.

Para la muestra, Vicks DayQuil, gentileza de Procter & Gamble, la compañía que prácticamente ha trazado el marketing de productos de consumo y que por lo demás, parece estar ya superando el prolongado lapsus de entretener a quien quiera escuchar el contenido de sus marcas vía social media.

Todo aquel que se dedique al marketing de profesión, debería adoptar el susodicho comercial como recordatorio de las incesantes virtudes de la comunicación elegante y relumbrante:

No requiere de acondicionamientos complejos— el spot hace referencia a la época en que los anuncios eran a favor de la venta, así como al uso de la creatividad para concebir una sencilla premisa con sentido percibido casi de inmediato.

El remate es significativo— previo al advenimiento del marketing como entretenimiento tal cual los caprichos del compromiso de las marcas a través del social media, éste se enfocaba en las necesidades. La riqueza de contenido del susodicho spot, es sencillamente espectacular y por lo demás, hace alusión al consumidor objetivo de la campaña.

La presentación comercial lo ratifica— el contexto permite que Vicks relacione textualmente todos los beneficios de DayQuil; los síntomas que atiende incentivan el consumo de producto, estableciendo por lo demás, una conexión con cada una de las necesidades que podrían impulsar la compra. En consecuencia, el comercial califica como un verdadero anuncio en todo su esplendor de evidente comercialización, y en vez de pretender ser una mera contribución para la afinidad de marca.

El quid en mi opinión es que, la gente termina por identificarse con la marca por los beneficios que ésta ofrece y no tanto, por la forma astuta en la que los de marketing creen entretener o comprometer a su audiencia con temáticas que en el mejor de los escenarios, son marginalmente relevantes.

Este es el eterno reto de percibir la teoría del social media como reemplazo del marketing tradicional. El contenido flojo o irrelevante origina pobres anuncios tal cual paupérrimas campañas en Facebook, que por lo demás, son tan útiles como si en televisión o YouTube se implementara contenido funcional.

Al respecto, vale la pena evocar el funcionalismo arquitectónico que dicta, “la forma sigue a la función”: pues, si el propósito es desperdiciar el tiempo del consumidor, existen múltiples formas de hacerlo a través de los medios tradicionales o en la red de las maravillas, muchas de ellas hasta bastante amenas, aunque ninguna claro está, clasifique como marketing perspicaz, ni ayer ni hoy.

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