Desafortunado que en la actualidad ni el marketing se escapa de la deshonra. Cartel de los pañales tal cual los enredos en un bulto de anzuelos, vaya usted a saber cuántos otros tantos carteles de producto rondan impunes por ahí. Pueda ser que, la Superintendencia de Industria y Comercio les de su respectivo escarmiento aun cuando solo sea en favor del ingenuo consumidor.
Qué bueno sería si las empresas asociadas con los carteles de producto, retomaran todas la filosofía básica de la reputación corporativa enmarcada en un verdadero entorno de libre competencia y sin ventajas solapadas. Deberían en su totalidad aquellos que laboran en marcas para las susodichas empresas, honrar la profesión de marketing, buscar los mensajes adecuados, el tono indicado, así como cualquier otro medio que les permita restablecer el significado de marca. O renunciar, si acaso fueran otras las directrices.
Cualquier proceder contrario sería tan solo otro capítulo en una vergonzosa historia proveniente de una desteñida como desaliñada comunidad.
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