Es a lo que dedicamos la mayor parte de nuestro tiempo: concebir aquel argumento que todo lo renueva o un entendimiento tan profundo que, hará que todas las puertas se abran. Tal cual acontece con el inquietante final dantesco, la gran depresión o el fiasco arrollador.
Claro está que en la realidad el acontecer casi nunca se da de esta manera.
Los productos, así como los servicios alcanzan el éxito un consumidor a la vez y en la media que la voz se propaga lentamente de persona a persona. Lo propio acontece con los clientes desilusionados que van desertando de uno en uno. Es cierto que las puertas sí se abren, aunque no todas al tiempo. Tan sólo una a la vez.
Quizás, de uno en uno parezca decepcionante como difícil de alcanzar, pero en la actual maraña empresarial es así cómo se gana o se pierde.
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