Porque los hijos llegan sin instrucciones de manejo

“La peligrosa época de cuando voces mecánicas, radios, teléfonos, asumen el lugar de la intimidad humana, y el concepto de estar en contacto con millones acarrea una miseria cada vez mayor de la intimidad como de la visión humana…”, expresó Anaïs Nin, la recordada escritora estadounidense, nacida de padres cubano-españoles, en su diario de 1946, varias décadas antes siquiera de concebirse la Internet. Desde entonces, sus temores han sido replicados una y otra vez con cada avance incremental de la tecnología, por lo general, con argumentos simplistas acerca de la disminución de la atención en la era de la distracción digital.

No obstante, Clive Thompson, un escritor de temas tecnológicos cuyos trabajos publica regularmente la revista Wire y The New York Time, presenta en su libro, “Smarter Than You Think: How Technology is Changing Our Minds for the Better”, un contundente y minucioso punto de vista opuesto a favor de la tecnología. El autor argumenta que los instrumentos tecnológicos contemporáneos, desde los motores de búsqueda y las actualizaciones de estado, hasta la “inteligencia artificial”, capaz de derrotar hasta el mejor ajedrecista del mundo, están ahora inexorablemente ligados a nuestras mentes y, trabajan en conjunto tal cual transformando la manera en que recordamos, aprendemos y actuamos emocional, intelectual y políticamente, fundamentados en ese conocimiento. Un aspecto que, en su criterio es más bien promisorio que peligroso.

Y como para argumentar el contrapuntear al respecto, dejo aquí constancia de estas seis sencillas tácticas “para hacerse más inteligente”, que recabé de mis lecturas de neurociencias; una habitual práctica que dejara mis días en Sistema Nervioso Central, allá en Abbott Laboratories y, que a la postre resultaría de gran utilidad para el dilucidar de la dinámica del consumidor.

Las tácticas aquí descritas son fáciles de implementar y por lo demás, son gratuitas y no requieren de mayor tiempo ni esfuerzo:

Jugar juegos de video le hace mentalmente más ágil— jugar juegos de tipo acción (con moderación eso sí), aumenta la habilidad para analizar situaciones y tomar decisiones con prontitud, fundamentados en la percepción de la situación, según la Dra. Daphne Bavelier, neurocinetífica cognitiva.

Los juegos de video incrementan su agudeza visual, así como la habilidad para percibir las formas y colores. Es más, estos juegos incrementan la “elasticidad cerebral” [la habilidad que tiene su cerebro para cambiar su estructura en el lóbulo parietal (foco), en el lóbulo frontal (concentración) y en el cortex del cíngulo anterior (atención).

Ejerza la concienciación para tomar decisiones inteligentes— según leí en el blog de la revista “Psychology Today”, los investigadores dan cuenta que un breve espacio para la concienciación, permite a la gente tomar decisiones bastante más racionales, al considerar en ese instante toda la información disponible, lo cual, a futuro, conlleva a resultados mucho más eficaces.

Ejercítese con mayor regularidad para fortalecer la memoria— el ejercicio físico incrementa los niveles del factor neurotrófico dervivado del cerebro (BDNF, de sus siglas en inglés), una proteína que sobreviene en la sangre y en el cerebro y, que “aporta a la formación y desarrollo de nuevas neuronas”.

Considerando que el BDNF en el cerebro genera y refuerza los recuerdos, el ejercicio físico, literalmente le hace más inteligente.

Consumir bebidas con cafeína incrementa el funcionamiento general del cerebro— de acuerdo con estudios auspiciados por el Instituto Nacional de Salud de los Estados Unidos, la cafeína bloque la adenosina, un neurotransmisor inhibitorio, al tiempo que incrementa la liberación de otros dos neurotransmisores, la dopamina y la norepinefrina.

Dicha acción, según la revista “Popular Science”, estimularía la claridad de pensamiento. “Varios estudios controlados han examinado los efectos de la cafeína sobre el cerebro, demostrando que ésta puede mejorar el ánimo, el tiempo de reacción, la memoria, la atención, y la función cognitiva en general.

Escribir a mano los apuntes ayuda a organizar las ideas— de una investigación realizada por la Universidad de Princeton y la UCLA, “en comparación con aquellos que teclean sus notas, aquellas que las escriben en manuscrita, parece que aprenden mejor, retienen información por mayor tiempo y captan fácilmente los nuevos conceptos.

Cuentan ciertos noveleros que, el empresario Carlos Slim, por ejemplo, lleva el control de su imperio, en notas redactadas en manuscrito que guarda meticulosamente en diarios de referencia cruzada.

Leer más incrementa el coeficiente intelectual (CI)— estudios realizados en la Universidades de York y de Toronto, dan cuenta de “aquellos individuos que parecen estar mejor predispuestos para entender a las personas, empatizar con ellas y percibir el entorno desde su óptica, porque frecuentemente leen ficción”.

Es probable que el efecto en cuestión, se deba a que el lector de novelas y cuentos cortos, “se inmiscuye en la mente” de múltiples personajes, dilucidando así su causa desde un punto de vista objetivo y omnisciente.

Ah, pero eso sí, han de saber los “papitos y las mamitas” que la “edad de la gelatina” como solía decir el padre Julio Jiménez D., S.J. y recordado exrector del Colegio San Bartolomé La Merced, termina con la pre adolescencia (entre los 9–14 años) y, por lo que yo de usted, procuraba moldear a favor de “una familia integral”, considerando que esta institución humana, sufre por estos días “las consecuencias de un mundo para el cual no estábamos preparados”. Una embestida cultural que arremete contra todas las instituciones (incluidas las de Panamá), en donde hasta el control y supervisión del teléfono celular de los hijos, si se descuida, puede llegar a adquirir hasta proporciones extorsivas.

Deja un comentario