Imagine el siguiente escenario: por fin tiene usted la oportunidad de entrevistarse personalmente con el gurú de la inversión del “emprendimiento” o “startups” para muchos. Está usted ansioso con anticipación por el profundo entendimiento que de seguro éste le proveerá. Y en vez, las palabras del impávido mentor retumban en su mente. Ni siquiera alcanza usted a escuchar lo que éste dijo después de declarar, “el proyecto no tendrá acogida y de seguro nadie estará interesado en invertir en él”.
Aun cuando es dura de digerir, está es la realidad de un sinnúmero de emprendedores. Y sin embargo, muchos de ellos son capaces de sobreponerse por encima de los impedimentos. ¿Por qué? Porque disponen de uno de los rasgos más relevantes del liderazgo: “la capacidad de recuperación”.
Si usted es de aquellos que pertenece a aquel selecto grupo, habrá usted también entendido tres aspectos fundamentales del susodicho rasgo:
Usted es el labrador de su propia realidad— tal cual entiende usted que dicha realidad puede variar de un momento a otro sin previa notificación. Y in embargo, conserva usted una actitud positiva, es más, hasta optimista si se quiere e independiente de que tanto estén las probabilidades en su contra. Porque usted es optimista, las personas a quienes usted lidera también lo serán.
Cuando encara usted la adversidad— procura encontrar su significado. Con cada obstáculo, ve usted la oportunidad de adquirir una nueva perspectiva tal cual aprender de él.
Usted es flexible— al enfrentar las trabas, apela usted a su capacidad de recuperación como a su instinto para sobreponerlas. En ocasiones, significa esto bordear el inconveniente aunque tampoco es que tema usted arrasar con el asunto cuando así lo amerite.
Los lideres con el don de recuperación, honran la noción, “fracase rápido y siga adelante” sin perder el tiempo lamiendo sus heridas.
¿Alguna vez ha fracasado usted estrepitosamente como para no querer seguir intentándolo? Sea cual sea su caso, tenga presente que Thomas Edison dijo alguna vez “no he fracasado, simplemente he encontrado diez mil formas que no funcionarán”. Así entonces, ¡Todo es cuestión de perspectiva! ¿Cierto?
Independiente de si usted es un avezado asalariado, un novato o curtido emprendedor, o sencillamente, es usted de los que considera el asunto mera sabiduría convencional, igual, “no le tema al fracaso, recuerde pues que de él se puede aprender tanto o más como de los logros”.
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