En retrospectiva, P&G habrá o estará por implementar recortes de precio adicionales para algunos otros de sus productos de la línea cuidado personal, tal cual los aplicados no hace mucho a su marca Gillette, con el fin de recuperar algo de la participación de mercado perdida frente a competidores como Unilever, Kimberly-Clark y Colgate-Palmolive.
Así pues, enfrentan un dilema existencial sus marcas socializadoras en línea: a pesar de cada ‘me gusta’ o ‘remisión’ que reciben, el valor agregado de las marcas (más allá de su atractivo por las cualidades funcionales como producto y negocio), están tendiendo a valoración cero.
Diría entonces que, es el mismo desafío que enfrentan todas las marcas que sustituyeron lo convencional por el frenesí social, incluidas las demás de P&G.
Es más, considerando que los medios sociales son un pobre sustituto para lo que P&G hacía antes con tanta certeza, el haber adoptado la ortodoxia de esta práctica, quizás no sea la respuesta indicada para que la compañía detenga el bajón.
Cabe entonces preguntarse, si es que en P&G están haciendo lo mejor que pueden, ya que pareciera según la erosión de la participación de mercado de algunas de sus marcas que, el consumidor afirma que no es suficiente lo que para ellos cuecen actualmente al interior de la compañía de Cincinnati.
La crónica de los negocios (¿cómo más podrían dictar la cátedra de los MBA’s?) está plagada de empresas que se adormecen creyendo que lo producido por ellos y la forma como lo hacen es lo suficientemente bueno, claro está, hasta llegado el momento en que otros revolotean el mercado probándoles lo equivocados que están.
Igualmente, alternan las innumerables campañas que dejan de lanzarse tal cual se abandonan múltiples idearios, sencillamente porque los responsables se escudan en aquella falsa noción que, declara inútil cualquier estrategia convencional.
¿Será este entonces el caso de su empresa por estos días de frenesí social?
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