Ni revolcón ni constitución

Del acto de instalación de la nueva legislatura el pasado 20 de julio, la verdad es que eludí a propósito el discurso conciliador del presidente Santos porque, desde el principio intuí que éste no conduciría a consumo sentido alguno. Dicen los que si lo escucharon que, como no pudo impresionar con su genialidad, pretendió al menos sonar como si supiera dominar lo que hace.

Confunde y vencerás dice la sabiduría popular, pues si la dirigencia no está al menos en capacidad de mostrarse como competente para ejercer sus deberes (aun cuando sabemos que no lo están), ningún elector confiaría en ellos lo suficiente como para asignarles la responsabilidad de regir los destinos de la nación.

Desgraciadamente, la experiencia nos dicta que la idoneidad humana de nuestra dirigencia (particularmente la política) es, esencialmente mediocre respecto a casi todo lo que hace. Inclusive pueden llegar a aparecer como despistados hasta, el director de mercadeo de Volkswagen (que confundió argumento con posicionamiento), el presidente Santos con su ‘discurso amistoso’ o el congresista Corzo (que se excedió en elogios, en un último acto guasón como presidente del Senado).

Así es que, pretendiendo esquivar la anarquía tal cual el desconcierto corporativo, nos hemos fundamentado en 202 años de observación para sugerir unos cuantos consejos funcionales propios de la buena gestión, suponiendo de este modo nuestra colaboración para que, al menos la dirigencia con lo que dice parezca saber lo que hace.

Como no— Asegúrese de mencionarlo en toda ocasión y como sustituto del frívolo sí cada vez que, le pregunten si sabe lo qué hace. Su connotación es más evidente por los lados de ‘estoy seguro que puedo averiguar cómo hacerlo; lo lograré; pueden contar conmigo y no defraudaré a mis electores’. No exagere o aparecerá como auto convenciéndose de su propia incompetencia.

Menos es más— Cuando se pretende sonar como si se sabe lo que se hace, proporcione una respuesta breve. Extenderse lo hará sonar inoportuno y aparecer como incompetente.

Realice sus deberes— Entérese de primera mano sobre todo lo qué han hecho sus antecesores. Obvio que se descartan los asuntos motivo de destitución, pero al menos así se mostrará como si tuviera un buen plan, iniciativa y compromiso.

Que el humor y la humildad impregnen su gestión— Rigidez y prosopopeya no son sinónimos de sensatez. Como características de liderazgo, a las personas les atrae el humor y la humildad, tal cual dan la apariencia de certeza y aptitud (si tan sólo Llorente lo hubiese comprendido).

Aun cuando tentador es considerar que, tanto directivos como gerentes, saben exactamente qué hacer en cada una de las instancias de su gestión, el hecho es que van por ahí improvisando en la medida que lo van requiriendo. ¿O no es así señor Presidente?