La perspectiva de llegar a audiencias de distintos países a través de las redes sociales podría ser un aliciente más para la unificación de marcas, empaques y publicidad.
Las posibilidades son intrigantes y muchas compañías sin duda ensayarán nuevos sistemas. En algunos casos, el advenimiento de los denominados nuevos medios servirá incluso de pretexto para persuadir a los gerentes de subsidiarias autónomas para que participen en los programas unificados de marketing. No obstante, también en estos casos es necesario solucionar los problemas constantes de la unificación como sustituto de las estrategias específicas de mercadeo para cada país, experimentados por las compañías multinacionales.
Los gerentes deben equilibrar las economías de la unificación con la “claridad” de los métodos localizados. Parece probable que, durante los años 90, los éxitos ampliamente discutidos de los japoneses en muchas industrias, junto con las facilidades ofrecidas por la nueva tecnología de información y comunicación, contribuirán al fomento de una mayor unificación.
No obstante, lo visionario del asunto en aquel entonces, los idealistas no pudieron haber previsto que, cuanto más automatizadas e inteligentes lleguen a ser nuestras redes, y tanto más dependientes seamos todos de acontecimientos proyectados con anterioridad, fundamentados en conceptos y supuestos que pocas personas comprenden y que, en ocasiones, tan poco se desvelan de manera voluntaria; más oculto a la vista estará el proceso humano de toma de decisiones.
O como quien dice, tenga pues, pa’ que lleve.