Tal parece que la célebre expresión del profesor Francisco Maturana, “perder es ganar un poco”, después de todo sí tiene mucho sentido, aunque muy a pesar de tantos que aún no superan la decepción del fracaso de la era Maturana en el Mundial de Fútbol de 1994 en los Estados Unidos.
Pero antes que empiece usted a recordar a mi querida progenitora, aguántemelo ahí no más mientras discierno.
Imagine aunque solo sea por un instante que, en vez de alcanzar el éxito con su próximo gran emprendimiento, usted fracasa estrepitosamente. Pierda cuidado, pues contrario a su expectativa de gloria, quizás lo que necesita su negocio es un resultado desastroso.
Como para ilustrar la noción, diga usted por ejemplo Avianca, la aerolínea de los colombianos. Durante décadas asumieron su dirección los más granados ejecutivos del Grupo Santo Domingo y salvo contadas excepciones, y como consecuencia de los resultados por aquellos alcanzados en su gran mayoría, suscitaron su reemplazo fulminante. Fue solo hasta que finalmente la quebraron y estando en manos de Synergy Group, encabezada por el empresario boliviano Germán Efromovich que, ésta por fin empezó a reflejar balances positivos.
De Avianca puede decirse muchas cosas, pero que haya sido una empresa consistente no es una de ellas (hasta ahora en la era Efromovich, parece ser): la empresa metía la pata cada vez que podía, pues su desempeño era como un viajado de montaña rusa en la oscuridad.
Y fue así por todo ese tiempo, pues coquetear con el fracaso es prerrequisito indispensable para alcanzar el éxito. Esta verdad es cierta no solo para Avianca sino para cualquier emprendedor innovador, inclusive hasta para cualquier futbolista.
En mi opinión, los emprendedores innovadores actuales, deberían centrar su atención en lo que creen podría salir bien en vez de preocuparse por lo que podría salir mal. Es mera cuestión perspectiva.
El ser innovador no implica necesariamente ser imperfecto o estar parcialmente en lo cierto, el quid del asunto en mi criterio es, tener la visión como las agallas necesarias para equivocarse y hacerlo realmente en grande o como quien dice, por todas aquellas razones que usted considere acertadas.
En fin y de regreso a mi analogía, sostengo que Avianca requiere fracasar y fracasar realmente en grande. Quizás y solo quizás, el letargo operacional de sus aviadores por estos último días sea el campanazo para Efromovich, Fabio Villegas y el resto del combo de la otrora ruana roja.
Del la eventualidad salarial de los aviadores, Avianca saldrá fortalecida no me cabe la menor duda, pero habrá que esperar para ver si esta semana finalmente alcanzan algún acuerdo.
Y mientras aguardamos el anhelado anuncio, se me hace que son escasas las probabilidades que tiene Avianca de innovar un segmento que cada día se hace más popular. Desde el servicio abordo hasta su publicidad genérica y carente de inspiración. Aun cuando puede ser también que, Avianca esté dispuesta a proveer un servicio consumo|sentido tal cual desquiciado o ambos si se quiere.
En cualquier caso y si logran reincorporar pronto la totalidad de su operación, deberían hacerlo demostrando al mundo que aún están dispuestos a innovar como que están prestos a tomar los riesgos necesarios para lograrlo, y aun cuando a la postre terminen descalabrados.
¡Y esto Daniel, también tiene que ver contigo!
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