La incongruencia de Transmilenio

De una propuesta inicial concebida por Guillermo Ramírez sobre el por qué el sistema Transmilenio es ineficiente y cómo podría mejorarse, sencillamente ajustando la estructura de las rutas, el colectivo Magic Markers elaboró el siguiente vídeo para pasajeros de “ruana y chancleta” como yo. Y por lo demás, condimento la incongruencia de Transmilenio con algo de la noción “entre la realidad y lo que se supone que es”.

Una incongruencia es la discrepancia, la disonancia entre lo que es y lo que “debiera” ser, o entre lo que es y lo que todos suponen que es. No podemos entender la causa y con frecuencia ni podemos imaginarla. Pero una incongruencia es el síntoma de una oportunidad para innovar. Nos habla de un “defecto” subyacente. Ese defecto es una invitación para innovar. Crea una inestabilidad en la que, con poco esfuerzo, pueden moverse grandes masas y producir la reestructuración de la configuración social o económica. Sin embargo, lo incongruente no se manifiesta en las cifras y los informes que reciben y estudian los ejecutivos. Lo inconguente tiene un carácter más cualitativo que cuantitativo.

Como el acontecimiento inesperado, el éxito o fracaso inesperado, lo incongruente es síntoma de cambio. El cambio puede haber ocurrido ya o puede hacerse que ocurra. La incongruencia resulta visible entonces a la gente que está dentro o cerca de una industria, un mercado o un proceso; está directamente frente a sus ojos, alcalde Petro. Sin embargo, a menudo no se la ve. “Siempre ha sido así, aunque “siempre” se refiera a un desarrollo muy reciente. Hay varias clases de incongruencia pero la que se me antoja para el caso que plantea el señor Ramirez, es la que compete entre la “realidad y lo que se supone que es”.

Cada vez que los que trabajan en una industria o en un servicio no ven la realidad, cada vez que hacen suposiciones equivocadas sobre la realidad, dirigen mal sus esfuerzos. Se dedican a lo que no dará resultados. Entonces se produce incongruencia entre la realidad y el comportamiento, incongruencia que ofrece la oportunidad para innovar con éxito a aquel que la percibe y la explota.

La incongruencia entre la percepción de la realidad y la realidad misma, suele hacerse evidente. Cada vez que el duro esfuerzo no mejora la situación sino que la empeora (como las 92 rutas expresas, 8 corrientes y 83 rutas alimentadoras; los 1.215 buses articulados, 10 biarticulados y 514 alimentadores de un sistema de transporte masivo concebido supuestamente para ser eficiente y amable, pero que no funciona como es debido, es caro, incomodo e inseguro) lo más probable es que esos esfuerzos estén mal dirigidos y, por consiguiente, concentrados donde no es posible obtener resultados positivos. Entonces, enfocar la atención donde corresponde da buenos resultados rápidamente.

Por cierto que la incongruencia entre la realidad percibida y la realidad misma no requiere innovaciones “intrépidas”. Quizás Transmilenio sí mejora, sencillamente ajustando la estructura de las rutas o tal vez no, sostendrán el sequito de consultores de restaurante del alcalde Petro.

La incongruencia entre la realidad supuesta y la verdadera, por lo general, caracteriza una industria o un servicio o la gestión de un alcalde. Pero la solución es fácil y específica.