Las redes sociales han jugado un papel preponderante, al momento de impulsar la transformación en la forma cómo la audiencia percibe las marcas de los productos empacados al consumidor (CPG´s), tal cual el modo en que las marcas ejercen ante el cliente. No obstante, el asunto es incongruente para aquellos agentes de marketing generación “baby boomer” (segundo cohorte) y, puesto que “de eso tan bueno” no dan tanto en la red de las maravillas. Es más, después de tanto tiempo, aún no aparece alguna evidencia válida que justifique para la marca semejante inversión en redes sociales; en esencia, porque el consumidor en realidad, no está interesado en entablar una conversación con su dentífrico, sus toallas higiénicas o su desodorante y, porque la gente ya poco o nada cree lo que tengan para decirles las marcas, o las entidades de regulación como el INVIMA.
Sencillamente, la gente ya no traga entero. A cambio, el consumidor tal cual el paciente, busca nutrirse de las experiencias de sus semejantes a través de cualquier motor de búsqueda en línea. O como quien dice, el otrora “voz a voz” pero con otro nombre, y a través de las redes sociales, pues en la actualidad, el contacto entre consumidores pasó del plano personal al virtual. En ese orden de ideas, la gente manifiesta su experiencia con las marcas en un “tuit a tuit” o, en un “me gusta a me gusta” o, en un “pin a pin”, entre otros.
No obstante, es fundamental que, tanto empresas como gobierno transfieran al consumidor a través de las redes sociales, información veraz sobre los productos que éste consume. En realidad, no es una política prudente retener información de interés público.
Sí, la inversión en redes sociales podría justificarse, si las empresas como las marcas la emplearán como medio de información al alcance de la mayoría y, bastante más acá de las conversaciones que, el agente de marketing digital, pretende se de entre marca y consumidor.
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