El poder del entendimiento ambivalente

Desde el punto de vista de Freud, somos todos, animales ambivalentes: dondequiera que odiamos, igual amamos; dondequiera que amamos, así mismo odiamos. Si alguien nos agrada, igual puede desesperarnos; y si puede desesperarnos, también puede agradarnos. Criticamos cuando nos llega la frustración y, elogiamos cuando estamos satisfechos, y viceversa. La ambivalencia, en el contexto freudiano, no significa sentimientos revueltos, significa sentimientos opuestos.

Algo parecido, se me antoja, ocurre con las actitudes y la moral.

Una actitud es el punto de vista de una persona. Es su manera de considerar algo. Pero, y esto es lo más importante, una actitud es también la disposición a reaccionar de una persona, y a reaccionar de una manera determinada de antemano.

Así, por ejemplo, en el fútbol, el portero que espera un balón, asegura bien los pies, se encorva un poco y clava la vista en el delantero contrario que lleva la pelota. La experiencia le ha enseñado que esa “actitud” es la que le da mayor probabilidad de evitar el gol. Del mismo modo, usted como yo, debemos aprender de la experiencia a estar dispuestos a reaccionar cuando enfrentemos una situación en particular. La actitud de una persona respecto a la falta de puntualidad en sus obligaciones, determina la medida en que procura conscientemente asumirlas con puntualidad. Su actitud en relación a la falta de puntualidad determinará la importancia que da usted a esa cuestión como medida de comportamiento.

Usted, como yo, tenemos muchos instructores. Durante largo tiempo nuestros padres, nuestros compañeros de juventud, nuestros maestros, nuestros colegas, nos han enseñado la forma de reaccionar ante las cosas. Algunas de esas personas nos han demostrado cientos de veces que podemos salir adelante aparentando que prestamos apoyo a lo que dicta la norma, no obstante y en realidad, seguimos haciendo lo que se nos viene en gana. Si este fuera el caso y, ocurre con frecuencia, tendremos que intentar experiencias nuevas y diferentes. Será necesario demostrarnos que dicha actitud no va a servirnos (allí tiene usted pues, por ejemplo, a los contratistas de la 26, al futbolista de la Selección Colombia que le dio en la jeta a la mujer, al aventajado inversionista de bolsa, al alcalde sin doctorado, al expresidente domador de elefantes y su tuitero colega, entre otros tantos más).

¿Por qué entonces, adoptan las personas actitudes diferentes?

Se me da que, por muchas razones, pero puede uno considerar primordialmente, que cada uno de nosotros hemos aprendido actitudes distintas de muchas personas diferentes. Así cada uno, conforme va viviendo, pasa por experiencias muy diferentes y, aunque la diferencia no se alcance a percibir en la superficie, ello es absolutamente cierto.

La autocrítica, tal cual nosotros como críticos, es esencial para nuestro sentido, como para la percepción de nuestro presunto ser. En consecuencia, también son fundamentales para nuestra moral y para el momento en que debamos elegir una actitud para enfrentar un evento en particular.

Continuamente, andamos por ahí, si acaso, en modo inconsciente, mutilando y deformando nuestro propio carácter. De hecho, es tan implacable dicha violencia interior que, sin ella no sabríamos ni cómo somos. Nosotros, virtualmente, es muy poco lo que sabemos de sí mismos, porque tendemos a juzgarnos antes de concedernos la oportunidad de conocernos mejor.

Sobre interpretando, puede uno comprender así cualquier aspecto relevante, llámese aspiraciones, síntomas neuróticos, el fútbol, la literatura o la formación académica. De esta forma y, como resultado de sus múltiples impulsos, percibe uno el asunto desde diversas ópticas. En este sentido, la sobre interpretación significa no conformarse con una sola explicación, independiente de lo convincente que ésta parezca. De hecho, y aquí es donde se hace evidente la susodicha ambivalencia freudiana, entre más persuasiva, convincente, representativa, sea la interpretación, lo menos creíble ésta es o debería ser. La explicación podría radicar eventualmente, en el enérgico intento por establecer un límite donde ningún límite puede establecerse.

La autoridad quiere reemplazar al mundo consigo mismo. La sobre interpretación significa no dejarse detener por aquello que más lo motiva.

El superego es el intérprete soberano, éste tiende a definir nuestra realidad absoluta. La autocrítica, si acaso, es un placer prohibido. No obstante, pareciera que disfrutáramos de la forma en que nos hace padecer tal cual tomamos de hecho que cada día traerá consigo su cuota necesaria de auto decepción, como que fracasamos en ser tan buenos como deberíamos ser; pero sin que se nos otorguen los recursos, el lenguaje, para divagar quién o qué es lo que impone el implacable ritmo de vida; o de dónde es que llegan estos inmisericordes estándares.

La conciencia es la parte de nuestra mente que nos hace perder la cabeza; es la moralista que nos impide la evolución personal hacia una moral mucho más compleja y sutil; que evita encontremos, por prueba y ensayo, los que podrían ser los límites de nuestro ser.

¿Cómo entonces, fue que nos dejamos embrujar por nuestro auto resentimiento, tan deslumbrados y crédulos ante la autocrítica como por la falta de imaginación?

En vez, deberíamos todos ser capaces de diferenciar las formas útiles de responsabilidad (aquellas que adoptamos de nuestro cotidiano proceder), de aquellas que son meras evasivas al auto desacato. No significa esto, claro está, que nadie jamás será culpable; significa que la culpabilidad es más complicada de lo que parece; la culpa siempre es malinterpretada.

La autocrítica, cuando no es útil en la forma en que cualquier otro medio de autocorrección puede serlo, llega a convertirse en auto hipnótica. Es una sentencia como conjuro, o maleficio, no un diálogo; un imperativo, en vez de un acuerdo; un dogma, a cambio de una sobre interpretación.

Y por lo demás, sí, la naturaleza, entendida como todo aquello que se le ha dado a una persona al nacer, tiene mucho que ver con la actitud.

Un comentario en “El poder del entendimiento ambivalente

  1. me parece genial, es una ayuda mas para todos los seres humanos ya que con esta informacion podemos darnos cuenta ,como actuamos y como deberiamos de actuar …esta excelente y gracias x la ayuda