Ser novato en alguna materia puede ser incómodo y vergonzoso, particularmente si se está acostumbrado a ser un entendido. No obstante, dichos sentimientos son los tormentos del desarrollo ineludibles que provienen del crecimiento y el progreso. Para acostumbrarse a la incomodidad, sepa que es absolutamente valiente asumir la novatada. Exponer sus debilidades y probar cosas nuevas requiere valor.
Puede hacer el desafío algo más sencillo explorando situaciones de aprendizaje en las que el reto no sea tan exigente, diga usted, por ejemplo, una asignatura en la que no tenga grandes expectativas de ser todo un experto o en la que sea usted un desconocido entre los asistentes.
Si en algo le sirve, sugiérale a los demás participantes que puede usted estropear lo que esté a punto de intentar. Su disposición a asumir riesgos puede inspirar a otros a hacer lo mismo.
Y haga lo que haga, no deje de aprender. Continúe esforzándose, especialmente en las áreas en las que se ha realizado, así podrá continuar mejorando cada vez más. Si está usted dispuesto a asumir la pena y la vergüenza y, en ocasiones hasta el fracaso, no habrá límite para lo que pueda usted alcanzar en su trayectoria profesional.